James Whale fue un hombre que se inventó a sí mismo. Nació en una familia de la clase obrera inglesa y trabajó hasta que fue enviado al frente en la Primera Guerra Mundial. Cayó prisionero y organizó un grupo de teatro. Después de su liberación, y tras algunas temporadas como actor en Londres, marchó a Hollywood. Allí se pasó al cine y dirigió el inmortal Frankenstein y su espléndida secuela, La novia de Frankenstein. Pero en 1957, tras años de silencio y olvido, fue encontrado muerto en circunstancias poco claras, flotando en la piscina de su mansión. La escena era digna de El crepúsculo de los dioses, pero también del cine gótico que él había dirigido con mano maestra. Christopher Bram explora los misterios de la vida y la muerte de este fascinante personaje, en una novela asombrosa, donde la realidad y la ficción se mezclan.
El célebre doctor August describe casi sesenta años de historia de Estados Unidos y Europa, desde el fin de la Guerra de Secesión norteamericana hasta aproximadamente 1920, en una época caracterizada por profundos cambios sociales y el nacimiento de nuevas clases e ideologías vividos en primera persona por August, un pianista que afirma que sus excepcionales dotes musicales provienen de los espíritus.
Vida de los animales de circo retrata el mundillo teatra de Broadway y en ella se cruzan con ritmo vertiginoso gran cantidad de personajes que giran en torno a Henry Lewse, un actor británico gracial al cual conoceremos a un despiadado crítico teatral, a un joven dramaturgo obsesionado por un amante muerte, a un actor que participa en un montaje de teatro verité, a su agente, a una psicoanalista, a un director de cine alocado...
James Whale fue un hombre que se inventó a sí mismo. Nació en una familia de la clase obrera inglesa y trabajó como zapatero remendón y como chapista hasta que fue enviado al frente en la Primera Guerra Mundial. Cayo prisionero y organizo con otros oficiales dentro del campo un grupo de teatro. Cuando le liberaron, regreso a Inglaterra con un impecable acento de clase alta y una nueva confianza en si mismo y en su destino. Tras algunas temporadas en el West End londinense, como actor, marcho en 1930 a Hollywood. Y alli se paso para siempre al cine y dirigio algunos de los mas grandes exitos de todos los tiempos, entre ellos, el inmortal Frankenstein y su esplendida secuela, La novia de Frankenstein. Pero en 1957, tras años de silencio y olvido, fue encontrado muerto en circunstancias poco claras, flotando en la piscina de su mansion de California, la misma piscina donde daba fiestas para sus jovenes amantes y los miraba retozar desnudos. La escena era digna de El crepusculo de los dioses, pero tambien del cine gotico que el habia dirigido con mano maestra. Christopher Bram, cuyo ingenio y sabiduria para desentrañar las corrientes subterraneas y codigos no explicitos de la escena social han hecho que se le comparara con Gore Vidal y con Henry James, explora los misterios de