Ni la mente es un espejo de la realidad, ni la mejor manera de explicar la construcción de la inteligencia es recurrir al sujeto escindido entre comunicación por un lado y cognición por el otro, ni la psicología puede seguir volviéndole la espalda al objeto en su complejidad pragmática reduciéndolo al --desde nuestro punto de vista mal llamado-- «mundo físico». Más bien los objetos se usan, sirven para hacer cosas en el mundo y acaban por convertirse en referentes gracias a los procesos comunicativos que tienen lugar entre los niños y las niñas y las personas que los rodean. Por tanto, es preciso vincular al objeto con los signos desde el principio del desarrollo psicológico. La tríada adulto-niño-objeto se convierte así en la unidad mínima que la psicología tiene que considerar para comprender el origen del pensamiento en el niño.
Han transcurrido casi 50 años desde que Piaget dijera que los maestros debían proponer a los niños materiales y situaciones que les permitieran progresar. No se trata de dejarles hacer todo lo que quieran, sino de colocarles frente a situaciones que planteen nuevos problemas que se encadenen entre si. Hay que saber dirigirles, pero dejandoles libres, decia. El libro Los objetos si importan. Accion educativa en la escuela infantil se hace eco de todo esto, y es el resultado de varias investigaciones realizadas en las aulas de los dos primeros cursos de educacion infantil en Brasil, Chile, Colombia, Mexico y España. El denominador comun es la importancia de la maternidad, de los objetos e instrumentos para la accion educativa.