Vega Mouriscot no existe. Es una mujer invisible, sin pasado ni futuro que ha decidido dedicarse al insólito oficio de escribir los libros que otros firman. Su vida misteriosa y retirada se trastoca cuando su ultimo cliente, un millonario excentrico y solitario, se obsesiona con ella y decide descubrir su verdadera identidad. Entonces es cuando surge la extraña conexion entre su singular apellido y la Villa de Mouriscot, el hotel de Biarritz donde Alfonso XIII y Maria Eugenia de Battemberg se citaban de forma clandestina durante el exilio frances del monarca.
Para muchas españolas, la democracia llegó más tarde. Sus tiempos de libertad no coincidieron con el de los demás españoles, que veían cómo se liberaban de los restos de una cruel y trasnochada dictadura, mientras ellas eran sometidas a torturas, degradaciones inhumanas, venta de sus hijos por ordenes religiosas y a soportar las ultimas inercias de una sociedad sin libertades. Han tenido que pasar muchos años, demasiados, para rescatar ahora del olvido la historia de aquellas mujeres que, a pesar de una flamante constitucion democratica, tuvieron que tragarse humillaciones, miedos y una asfixiante represion que hoy resulta inconcebible.
"Chicho Gordillo es una especie de billete de quinientos euros que le cae bien a todo el mundo y que solo te ponen pegas cuando vas a cambiarlo. Claro que, ¿por quién se podría cambiar a Chicho Gordillo, quién tenía esa clase, quién imitaba, vestía o se movía como él? Chicho abonaba el «terreno» salas de fiesta, cabarets, teatros, convenciones y todo aquel lugar donde actuaba para que el resto de los que seguíamos sus pasos pudiéramos actuar allí donde él dejaba las puertas abiertas."Manolo RoyoEstas páginas recogen la vida y andanzas de uno de los cómicos de mayor trascendencia en España, Chicho Gordillo. Un showman como pocos, muy señor, serio, el mejor imitador de Sinatra. Su biografía promete no decepcionar y sobre todo busca entretener a través del relato de sus memorias, actuaciones y anécdotas entre bambalinas.
Lo llamaron Patronato de Protección a la Mujer, pero aquellas paredes escondieron, incluso bien entrada la democracia, prisiones encubiertas para mujeres consideradas menores de edad hasta los 25 años. Con la apariencia de conventos, aquellas carceles camufladas privaban de libertad, se explotaba con trabajos clandestinos y servia de transito para aquellas mujeres consideradas rebeldes a las que se ingresaba en manicomios. Seres humanos cuyo unico delito, su unico pecado, fue pertenecer a familias desestructuradas, ser victimas de violaciones, de abandono o de la miseria. Muchas de ellas encerradas en aquellos centros religiosos solo por pensar diferente,