Trad., Juan Bonilla Jasper Maskelyne fue uno de los magos más célebres del siglo XX. Criado en una familia de famosos ilusionistas, al estallar la Segunda Guerra Mundial ofreció sus servicios al ejército y fue destinado en Africa. Ante la desesperada situacion por la formidable maquinaria nazi dirigida pro Rommel, 'el zorro del desierto', el mando ingles acepta sus sugerencias: armar ejercitos falsos, despistar con trucos de ilusionismo, etc. Su gran hazaña en la batalla de El Alamein, como por arte de magia, el signo de la contienda.
Jasper Maskelyne fue uno de los magos británicos más conocidos del siglo XX, criado en una familia de famosos ilusionistas inventores de artefactos de magia que a todos nos suenan hoy día. Al estallar la segunda guerra mundial ofrecio con empeño patriotico sus servicios al ejercito ingles con la idea de que su magia podia ser muy util en el campo de batalla. Pese a las continuas reticencias, consiguio ser destinado en el norte de Africa justo cuando los britanicos se batian en retirada y el Afrika Korps aleman asediaba El Cairo. Ante la desesperada situacion por la potencia y excelente preparacion de la maquinaria de guerra nazi, dirigida por el mariscal Rommel, apodado el zorro del desierto, pronto el mando ingles se agarra a toda posibilidad para hacer frente al contrario y se fraguan algunas de las sugerencias de Maskelyne: armar ejercitos falsos, despistar con trucos de ilusionismos, convencer a potenciales aliados con espectaculos de magia y hasta hacer desaparecer objetivos vitales a la vista del enemigo; la guerra como un juego de magia. Mediante sus trucos Maskelyne se convirtio en el mago de la guerra y en un heroe capaz de engañar al ejercito nazi desviando sus duros bombardeos a un falso puerto de Alejandria, hacer desaparecer el Canal de Suez a la vista aerea, despistar a los radio-espias alemanes en el transcurso de un espectaculo en el Palacio Real de El Cairo o conseguir el apoyo de un jefe indigena en un asombroso duelo de magos entre Oriente y Occidente. Despues llegaria su decisiva y gran hazaña en la batalla de El Alamein, vital para la victoria britanica y que cambio, como por arte de magia, el signo de la guerra contra el ejercito nazi.