En 1999, el poeta, ya fallecido, Juan J. León, en el prólogo al poemario Del tiempo frágil, nos dice: "En la poesía de Enrique Morón la nostalgia, la soledad y la tristeza emanan de los recuerdos o de la contemplación del lugar en el que ocurrieron los hechos evocados o en el que vivieron las personas añoradas. El paisaje inmutable trae a la memoria las imágenes y los hechos pasados, y el tiempo psicológico presenta todo como recién vivido […] De este modo, Enrique Morón interioriza el paisaje identificándolo con su estado emocional, siendo el otoño la estación más próxima a su carácter vital y más afín al temple de su expresión poética".Con estas palabras Juan J. León, gran conocedor de la obra poética de Morón, nos muestra los rasgos esenciales de su poesía: nostalgia, soledad, tristeza, paisaje, tiempo… En definitiva, los mismos rasgos que caracterizan este nuevo libro, sólo que aquí la atmósfera se hace más densa y un frío existencial recorre todo el poemario. Sin duda, Vértigo de las horas nos da constancia del irreparable paso del tiempo por las circunstancias vitales del autor.
Cuando reparó en el suceso, comprobó que el animal se había meado en sus piernas. Los gatos suelen orinarse alzando la cola y moviendo las patas traseras, en tanto que disparan con su pito espinoso un chorro intermitente de spray hacia lo que consideran de su propiedad, o bien para adquirir lo que aún no pertenece a nadie y, según aquella criatura, mi abuela le pertenecía por entero. De idéntico sentimiento, intentaré arrebatarle la humana propiedad al posesivo felino considerando que, si él se la había adjudicado con una buena meada, bien pudiera yo obtener también toda la persona de mi abuela, arrojándole al mismo sitio un rico y jugoso cítrico, tan refrescante y saludable para la piel.
I , LEGADO Quiero dejar el día en que me muera una leve sonrisa en la mirada de aquellos que me amaron, pues que nada quede de mí que incite a la quimera. Que mi sombra se extienda placentera por los fértiles valles, y la espada cubra del río la memoria airada con mi sonrisa siempre lisonjera. Que las aves incendien de armonía los árboles que amé, naturaleza que se solaza en su galantería. Y si dejo un resquicio de belleza, amadla si me amasteis, sutileza que dé a la brisa toda mi poesía.
"ABEDUL: ¡Madre que de amor me muero y no se lo digo a nadie por no romper el secreto! FLORA: Desde tu puerta a mi puerta hay dos aceras por medio, una noche de aceitunas y una alborada de almendros. SAUCE: Desde tu puerta a mi puerta. Desde tu cuerpo a mi cuerpo hay dos rejas que separan tu silencio y mi silencio. ABEDUL: ¡Madre, qué de amor me muero y no se lo digo a nadie pues nadie debe saberlo!"