Mallorca és nostra es la crónica oculta de la última década en Baleares. De unos años en los que la clase política, encabezada por una enigmática mujer, la histórica líder de Unió Mallorquina Maria Antonia Munar, secuestro las instituciones publicas para acometer uno de los mayores saqueos de la historia de España.No en vano los grandes partidos han pactado con UM para gobernar la comunidad autonoma convirtiendose en activos complices del saqueo del erario publico. Los escandalos tienen tambien su contrapunto grotesco al descolgarse el ascensor que portaba la camara acorazada de Munar o descubrirse que parte del botin del PP yacia enterrado en latas de ColaCao.Sa Princesa, como se la conoce en las Islas, convirtio el partido regionalista en una organizacion en la que se establecio una jerarquia mafiosa que impuso el cobro de comisiones, la compra de votos con dinero en efectivo, la vendetta y la ley del silencio. Recubrio su figura de joyas y diamantes, empleo como coartada para sus fechorias la defensa de lo nostro, de la identidad mallorquina, y se alio con el mayor editor de prensa de Baleares, Pedro Serra, para que a cambio de recalificaciones, museos y cantidades ingentes de dinero publico silenciase lo que estaba ocurriendo.Esta es por lo tanto la historia jamas contada del auge de esta casta que se supo intocable y de los años de vino y rosas en los que Mallorca fue suya. Pero a su vez es el pormenorizado relato de su estrepitosa caida, provocada tras la irrupcion en escena de El Mundo, cuyas investigaciones, que sortearon amenazas de muerte y el asalto por la fuerza del domicilio de su director, han desembocado en la catarsis de una sociedad que contempla atonita como el paraiso del turismo en Europa se ha transformado en el jardin del Eden de la corrupcion.
Ésta es la crónica de una huida. El patriarca de la dinastía mallorquina logró convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo con una compañía de contrabando. Juan March Ordinas consiguió escabullirse de las autoridades comprándolo todo, excepto su honor. Legó a sus descendientes una ingente fortuna, pero también la sombra de un crimen pasional y el estigma de ser «el último pirata del Mediterráneo». En su testamento sólo exigió el «recuerdo perenne de su memoria». Las actuales cabezas visibles de la saga, sus nietos Juan y Carlos March, lejos de reivindicar la figura de su abuelo, viven atenazados por el origen de su fortuna y cultivan el oscurantismo como una extraña forma de vida, sin aparecer en los medios o en actos sociales. Su objetivo último es que no se hable de ellos. Mientras, desde la Corporación Financiera Alba y la Banca March mantienen una de las fortunas más importantes de España y la más desconocida, gracias a la compra de la lealtad de sus ejecutivos.
Cristina, la infanta que llevó la corona al abismo
Al príncipe se le exige que se case bien, sea honrado, tenga empatía con la ciudadanía y esté bien preparado. A las infantas solo que se casen bien