Como afirma Pedro Miguel Lamet en el Prólogo, en esta obra de Federico Elorriaga se afronta con sinceridad, absoluto realismo y sin cataplasmas ni soluciones prefabricadas el gran enigma del dolor. Pero no hay que buscar en sus paginas un tratado filosofico o teologico sobre el sentido ultimo del sufrimiento.Como en anteriores obras, este jesuita se dirige a un lector medio, incluso sencillo, a traves de breves meditaciones, que se pueden gustar en momentos de quietud. Federico vuelca sus experiencias, que se intuye contienen un claro fondo autobiografico, sobre como afrontar el dolor. No pretende el autor dar respuestas, sino abrir su corazon por si sus reflexiones ayudan a alguien. Ofrece sus pensamientos como estrellas que levemente iluminen algunas noches de dolor y sufrimiento.Afirma Federico que, en medio de la oscuridad, iremos amaneciendo a la paz, ya que, al quedar nuestros ojos abiertos por la fe, se nos abriran horizontes distintos, una fe que no resuelve los enigmas ni evita las lagrimas, que son la sangre del alma, porque el problema no esta en llorar sino desde donde se llora. De nuevo es a traves de la esperanza como las lagrimas se convierten en estrellas.Este libro no promete en ningun momento que va a solucionar el gran problema del dolor, pero nos ayuda a deletrear el mensaje cifrado, los cosidos que hay detras del gran tapiz de la vida, que aun no podemos disfrutar en todo su colorido y esplendor.El libro nos ayuda a llorar, o mejor, si se quiere, a ir transformando suavemente, a base de aceptacion, amor y esperanza, las heridas en perlas y las lagrimas en estrellas.El jesuita FEDERICO ELORRIAGA, cuya abundante produccion hace innecesaria su presentacion, es autor, entre otras obras, de Las heridas de san Ignacio; Los santos, llamas fragiles; Anunciaciones y Secretos del corazon.
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