Descripción de esta era en la que, mediante la puesta en marcha de tecnologías de alta complejidad y altísimo riesgo, dejamos huellas en el mundo que exponen no solo a las poblaciones de hoy, sino a las generaciones futuras, de nuestra especie y de otras especies, en los proximos milenios.Chernobil, la crisis financiera de 2008, los incendios en el Amazonas o la pandemia de coronavirus no son eventos aislados. Son "accidentes normales", sintomas del crecimiento y la destruccion acelerados, que, en menos de setenta años, transformaron nuestra vida y la del planeta para siempre.En TecnocenoFlavia Costa delinea con sutileza la trama cultural y politica de este mundoambiente alucinatorio cuya virtualidad se sostiene en una red material hecha de cables, satelites y edificios, por donde desfilan bioartistas, ciencia forense, organizaciones de derechos humanos, sistemas de vigilancia y empresarios transhumanistas. Y advierte sobre el papel clave que cumplen hoy las huellas: las biometricas, las comportamentales y las que dejamos en el suelo, la atmosfera y los oceanos. Unas porque su capitalizacion ha desatado una feroz batalla geopolitica. Otras porque de ellas depende el futuro de la Tierra.Los "accidentes normales" no son producto de una guerra, una negligencia o un sabotaje, sino que son inseparables de la productividad del sistema, de su desarrollo, de su incremento y de las contingencias que siempre se abren cuando se dispara una accion tecnologica hipercompleja hacia el futuro.Estamos ante una nueva cultura del yo que se exhibe ante los demas; un sujeto que, asi como asume la individualidad somatica, se reconoce tambien como emisor continuo de señales, como obra viviente, que se experimenta, se expresa, se juzga y actua sobre si, en parte, en el lenguaje del espectaculo. Y que se entrena como creador de su propia audiencia.
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