Una novela que dosifica equilibradamente las referencias a la guerra civil y el exilio de los menores allende los mares, los juicios políticos y el pasado histórico, y ostenta una prosa clara y concisa con los justos alardes estilísticos.Benigno es un anciano en el ocaso de su vida, que un día decide desaparecer de su pueblo y marcharse a Irlanda. Allí se encontrará con Antonio, un increíble guitarrista callejero de desbordante personalidad, con quien por edad y aficiones pronto confraternizará. Mientras, en otro pueblo perdido, una octogenaria llamada Manuela recibe el apoyo de un joven asistente social, secretamente enamorado de ella y dispuesto a hacer más feliz su vida. Para ello, entablará contacto con la famosa periodista Rosario Luto, encargándola que encuentre al citado guitarrista, y así cumplir el último deseo de la anciana. Todo ello llevará a la escritora a redescubrir un antiguo triángulo amoroso, rescatado de algún modo por causas ajenas a sus protagonistas, y en cuya investigación ésta tampoco podrá sustraerse a la fascinación por el polifacético y arrollador hombre que es Antonio, el Pecas.
Desde las páginas de El País, Francisco Peregil fue narrando el acoso y derribo de Bagdad. Visitó las casas de las familias más humildes y los palacios de Sadam cuando los bagdadíes los saqueaban. Conocio la dictadura, las primeras expresiones de libertad y el libertinaje. Vivio en distintos hoteles durante veintiuna noches de bombardeo y se vio envuelto en un tiroteo en el interior de un hospital. Ahora, para los lectores españoles, la guerra de Iraq contada desde el punto de vista de un español en Bagdad.