El Berlín de entreguerras fue un hervidero artístico. Y su epicentro se situaba en el Romanisches Café. Los visitantes podían encontrarse, con más o menos frecuencia, a personajes capitales en la cultura del siglo XX. De Stefan Zweig a Marlene Dietrich, de Albert Einstein a Sylvia von Harden, de Billy Wilder a Carola Neher, de Otto Dix a Else Lasker-Schüler, de Bertolt Brecht a Käthe Kollwitz, de Josep Pla a Egon Erwin Kisch. Sin embargo, el fascismo se ensaña con los intelectuales y se acaban apoderando del local.
El Censor es uno de los grandes portavoces de la Ilustración en nuestro país, a la zaga del modelo impuesto por los diarios morales y satíricos ingleses The Spectator y The Tatler. Los ciento sesenta y siete numeros del periodico que llegaron a publicarse (antes de que la presion gubernamental influyera de forma decisiva en su cierre, y tras no pocos problemas con la censura) abordan multiples temas de su tiempo, pero los objetivos primeros de su critica son los estamentos, los ideologos y los grupos de poder mas reacios a la reforma del pais. Los textos, redactados por muy distintas manos, estan escritos a modo de ensayos, aunque muchos de ellos, sin duda los mas amenos y efectivos, adoptan el molde de cartas de lectores, sueños alegoricos, relatos de viajes o dialogos. La presente antologia, cuidadosamente preparada, prologada y anotada por Francisco Uzcanga Meinecke, es la primera edicion rigurosa de una obra crucial, demasiado poco frecuentada por los lectores de hoy, sin la que resulta imposible comprender los aires de transformacion cultural, politica y moral que refrescaron España en tiempos de Carlos III.