Juan Pablo II fue el último poseedor del Grial. Empeñado en que no se perdiera este secreto fundamental para la fe cristiana, el Papa dejó un legado que permitiera su localización. La acción arranca en 1998 en el Vaticano, con el asesinato de un joven y de dos oficiales de la guardia del Papa, mientras éste quema un dossier en su chimenea. Retrocedemos hasta el año 33, en Jerusalén, donde José de Arimatea recoge en un recipiente la sangre de Cristo crucificado, antes de introducir su cuerpo en el sepulcro. Esta trepidante aventura recorre 2.000 años de historia a través del arqueólogo francés Emmnauel de Saint-André, en su afán por descifrar el legado de su bisabuelo: un pergamino firmado por el propio José de Arimatea. Su búsqueda espiritual tendrá como ejes a la orden templaria y el misterio del abad Saunière.