Gabriela Consuegra nació y creció en Caracas, desde donde empezó a escribir esta historia. La terminó, después de muchas idas y venidas, en A Coruña, donde ahora vive y ejerce como periodista. Prefiere las preguntas directas para no acabar dando siempre vueltas de más, aunque con el paso del tiempo empieza a reconocer que a veces en círculos también se avanza.
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Siempre seremos demasiado jóvenes para perder a un padre. Todo empieza por la célula. Una célula de Álvaro se transforma, muta, se reprograma, se niega a morir. Pronto vienen más, se rebelan ante el organismo, se reproducen, forman masas, bultos. Con ellas llegan los sintomas y con los sintomas, el diagnostico. Pero Alvaro no lo escucha solo, porque quien esta alli, junto a el, es Gabriela, su hija. Sera ella quien narre esos dias y por tanto esta historia, la de una familia que se enfrenta a un destino feroz y a la rabia y desolacion de un futuro que se convierte en amenaza. Gabriela escribe aqui un testimonio poetico, un reconocimiento de lo poco preparados que estamos para cuidar a quien nos ha cuidado. Un relato hecho de retazos rescatados al recuerdo para narrar el dificil camino de una hija que empieza a asumir que existira un mundo incapaz de imaginar. Un mundo sin su padre.
«Dice la autora que esta novela se convirtió, al escribirla, en su propia máquina de oxígeno; también lo es para sus lectores. La tristeza de tener que usarla, la esperanza de que aún haya aire. Pare