Un nombre no es más que un nombre. Así comienza el autor la historia de su familia a partir de 1881 en Rotterdam, cuando su tatarabuelo, el judío Hartog Alexander, tuvo que elegir un apellido para cumplir con las nuevas leyes napoleónicas durante la invasión de los Países Bajos: Van Straten, de las calles en holandés. El relato se prolonga hasta la época en que el propio autor escribe: 1999 en Florencia. Familia integrada por personas o personajes muy diferentes: comerciantes, aventureros, seres apegados a las tradiciones o rompedores, idealistas soñadores, pragmáticos, hombres y mujeres, niños... en lugares y épocas muy diferentes.