Hacia 1940 un niño de seis años mata a otro chico de la misma edad mientras juegan en la mejor casa del barrio, la de Andy Lieblich, el tercer niño de esta perturbadora historia de la que también forman parte una niñera, un chofer negro y algunos fascinantes personajes más, retratados siempre a través de la voz del propio narrador y protagonista, que ya adulto y padre de un hijo evocará aquella oscura historia de su infancia mientras ve en la televisión los sangrientos sucesos acaecidos en una cárcel de Perú.
Un hombre llamado Gordon Lish, cuya esposa ha fallecido después de años de enfermedad, se sienta en su lecho de muerte para escribir una serie de cartas que revelan tanto su enajenación como su dolor. El relato resultante, es decir, sus numerosas cartas a distintos destinatarios -especialmente destinatarias-, es a la vez, como dijera la critica anglosajona en su dia, la profanacion de una tumba y una vuelta de tuerca a algunos de los temas mas queridos por el mas excentrico Shakespeare, maestro indiscutible de Lish: de la locura al fingimiento, del amor y el sentimiento de culpa a la (im)piedad o el humor. ¿Ficcion, realidad? En este grandioso texto se combinan de manera fascinante, extraña y tambien -por que no avisar a los lectores- grotesca y exigente: Epigrafe es una novela para lectores participativos, complices, no cabe duda.
Lish (que fue antes el famoso editor-podador de los relatos de Raymond Carver) se convirtió en los 50 años en un gran narrador: excéntrico, fascinante y adictivo.
El narrador que nos habla en esta