¿La Nada... es nada? Ésta es la primera pregunta que da inicio a todo lo que se ha generado en esta obra. Si la Nada es nada, ¿cómo es que podemos concebirla? Si la Nada es nada ¿cómo es que tiene una palabra para ser referida? Si la Nada no es nada y es, por tanto, algo ¿con que fin hablar de ella o de ello? Principalmente, para hacer notar eso mismo: que la Nada es y debido a que somos la concebimos, al menos, desde los parametros en que los humanos entendemos. La Nada es el espacio propicio para las potencias, para los inicios, para los nacimientos de las nuevas ideas, de la creatividad, de la destreza mental, del entendimiento oportuno y de la palabra acertada. A la Nada la podemos hacer presente analogamente en el cero, en el vacio, en el cambio y el movimiento, en las modificaciones sustanciales, en el silencio, en las perdidas, los sin-sentidos. Y es ahi, en la Nada que al hombre contemporaneo aun le queda, donde este debe reconstruirse para volver a ser ahora de un modo distinto mas profunda y plenamente. La Nada que le queda al humano es considerarlo Todo. La consideracion de la Nada implica una nueva perspectiva, volverse un nadante, lo cual propone esta obra. Se sugiere una forma alterna de entender la vida en la cual pueda asumirse, intimamente, que negarse es el unico modo de afirmarse, que irse es la manera de estar, que destruirse es un modo de construccion, que no-ser es la unica opcion de Ser, que el silencio habla mas que la propia voz, que el vacio llena mas que la presencia, que el cero cuenta mas que la unidad y que la Nada supera enteramente nuestro Ser. Y es que, al final, lo unico que realmente queda, la unica opcion profunda, es elegir contemplar la Nada, una contemplacion que supone un camino alterno para la comprension del Ser.
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