La exaltación, tras su muerte, del pensamiento del jesuita uruguayo Juan Luis Segundo por parte de personas, instituciones y publicaciones de la Compañía de Jesús, ha suscitado la fundada impresión de que la Compañia misma asume, respalda y difunde como propias dichas doctrinas. Sin embargo, este libro pone de manifiesto que el pensamiento de Segundo se inscribe dentro de corrientes historicas del pensamiento naturalista que el ha aceptado y difundido, hasta el punto de poder identificarlo como un pensador gnostico y modernista. No conviene, por eso, recomendarlo sin reservas, y menos asumirlo como propio o representativo de la Compañia de Jesus. Como en toda obra humana, no todo parece malo o condenable en la obra de Juan Luis Segundo. Pero una larga experiencia ha enseñado a los pastores de la Iglesia que, como la piedra en el plato de arroz, el error mas dañoso es el que viene mezclaso con verdades. Por eso se informa acerca de sus errores, con el fin de evitar que se siga sirviendo de este arroz en medio de alabanzas, como si fuera no solo seguro sino excelente. Lejos de recomendarlo tan entusiastamente, corresponderia avisar, por lo menos, para que se mastique con cuidado.
Estas cartas de amor se leen con la misma gratuidad y la misma fruición que una novela, con la fruición de lo que Aristóteles llamó anagnórisis, que despierta por el reconocimiento de la verdad humana de lo representado en el teatro. Pero José y Felicita son personajes reales. Su historia no es una ficción literaria. Ni él ni ella son famosos, ni sus cartas se publican para ser imitadas, sino a sabiendas de que son inimitables en fondo y forma. En estos asuntos, imitar es más bien despersonalizarse. Su valor está en que conmueven el ánimo del lector con una grandeza humana que resplandece en su sencillez sin pretensiones, sincera y paciente. Si algo es deseable que susciten es la esperanza de que vivir "Una Historia de Amor" como ésta, extraordinaria en lo ordinario, es, también hoy, posible.