Las prisiones fueron uno de los brazos esenmciales sobre los que se asentó la maquinaria de terror diseñada por las tropas sublevadas tras el fallido golpe del 18 de julio de 1936. Esta es la historia de como la prision correccionalista y humanitaria con la que soñaban algunos dirigente de la II Republica se convirtio, tras el alzamiento militar, en un dantesco espacio donde reinaban el terror, el castigo y la muerte. Esta es la historia de miles y miles de hombres y mujeres que fueron recluidos por sus ideas politicas. Esta es la historia de decenas de niños y niñas que se vieron obligados a soportar el hacinamiento y la insalubridad de una prision. Esta es la historia de la carcel de Torrero.
Esta es la historia de las cárceles de mujeres de Zaragoza. Durante el periodo de la Guerra Civil (1936-1939) y los años del primer franquismo (1936-1954), miles de mujeres fueron encarceladas, primero, en el departamento de mujeres de la cárcel de Torrero y, posteriormente, en la prisión habilitada de Predicadores, por haber simpatizado o colaborado con las fuerzas republicanas, por oponerse de forma activa o pasiva a la sublevación militar o, simplemente, por ser mujer, hermana, madre o hija de un republicano. Fueron estas mujeres las que tuvieron que soportar el hacinamiento de los espacios de reclusión, la suciedad, la miseria, el hambre, la violencia ejercida por el sistema penitenciario sobre las reclusas y, por último, tuvieron que hacer frente a la posibilidad de ser «sacadas» y fusiladas en las tapias del cementerio de la ciudad. La tragedia que experimentaron estas mujeres adopta una forma más visceral e inhumana cuando el análisis se enfoca sobre los seres más endebles e inocentes que las acompañaron en su encierro, los hijos de las presas.