Jaime Rodríguez Salís (11 de diciembre de 1926, Irún, Gipuzkoa - 10 de febrero de 2021, Irún, Gipuzkoa) fue un personaje cultural, investigador y arqueólogo vasco, más conocido por su bagaje cultural en su ciudad natal de Irún. Era familiar de una familia muy vinculada a la cultura, nieto del pintor José Salís y de la escultora y escritora Dolores Salís e hijo del historiador y escritor Luis Rodríguez Gal. Desde 1969-1970 dirigió las excavaciones arqueológicas de la Iglesia de Nuestra Señora del Juncal, así como las excavaciones arqueológicas de la Ermita de Santa Elena. Fundador de Arkeolan y jefe de la organización desde 1997, también fue uno de los impulsores del Museo Romano de Hawai, inaugurado en 2006. Arkeolan promovió el puerto romano de Irún y la investigación minera. Como artista, tenía estrechos vínculos con miembros del grupo cultural Gaur. También dirigió el Grupo Cultural Luis de Uranzu y, como escritor, escribió los libros "Oteiza en Irun 1957-1974" y "El niño republicano de Beraun". En 2012 recibió la Medalla de Oro de Irún, el trofeo más importante de su ciudad natal, por "su labor por la cultura, la historia y el arte de la ciudad".
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La mirada infantil posee el irresistible atractivo de lo primario, de lo elemental. Tal vez seaésa la razón por la que tan a menudo nos cautiva con su candorosa lucidez. Cuando la realidad que eclosiona ante esa mirada es un hecho de las trágicas magnitudes de la Guerra Civil española, esa lucidez infantil-a veces paradójica, a veces descarnada, a veces piadosa- nos coloca certeramente ante nuestra propia realidad como seres humanos, ciudadanos y pueblos. En este relato memorialístico escrito a vuelapluma sobre el papel pautado de sus recuerdos infantiles, Jaime Rodríguez Salís sigue la estela trazada por su madre, Dolores Salís, en su portentoso libro de memorias Exilios (1936-1945) (2002, Alberdania). Ante los ojos del lector desfilarán, en unas ocasiones con minucioso detalle y en otras en elegantes trazos de esbozo pictórico, hechos, paisajes y personas que la sinrazón de una sublevación fascista contra la naciente República se afanó en teñir de odio, sangre y dolor.
La mirada infantil posee el irresistible atractivo de lo primario, de lo elemental. Tal vez seaésa la razón por la que tan a menudo nos cautiva con su candorosa lucidez. Cuando la realidad que eclosiona ante esa mirada es un hecho de las trágicas magnitudes de la Guerra Civil española, esa lucidez infantil-a veces paradójica, a veces descarnada, a veces piadosa- nos coloca certeramente ante nuestra propia realidad como seres humanos, ciudadanos y pueblos. En este relato memorialístico escrito a vuelapluma sobre el papel pautado de sus recuerdos infantiles, Jaime Rodríguez Salís sigue la estela trazada por su madre, Dolores Salís, en su portentoso libro de memorias Exilios (1936-1945) (2002, Alberdania). Ante los ojos del lector desfilarán, en unas ocasiones con minucioso detalle y en otras en elegantes trazos de esbozo pictórico, hechos, paisajes y personas que la sinrazón de una sublevación fascista contra la naciente República se afanó en teñir de odio, sangre y dolor.