Conspiración, sabotaje, intriga y asesinato eran moneda corriente en la vida política de la segunda mitad del siglo XVI, caracterizada, además, por el uso interesado de la propaganda , una manipulación que, en cierto modo, recuerda a la guerra fría del siglo XX. Esta situación marcó las relaciones entre los distintos Estados europeos, creando en el marco de la política internacional un clima de recelo y secretismo. El engaño era práctica habitual y ningún Estado podía confiar en la lealtad de sus amigos… Sobre todo si representaba a la primera potencia mundial del momento.Felipe II era consciente de esta situación y de la importancia decisiva que tenía el control de la información para mantener la supremacía imperial de España. Por eso dedicó gran cantidad de recursos económicos y humanos a los servicios secretos, conformando la red de espionaje más compleja, mejor organizada y con mayor presencia efectiva de la época. Experto en el arte de la criptografía, su carácter desconfiado y su tendencia natural al secreto lo convertían en el perfecto dirigente de las labores de inteligencia: reglamentaba el uso de los textos cifrados, coordinaba la información y su posterior transmisión a través de los correos, decidía la contratación de espías y controlaba la distribución de los «gastos secretos», alternando las labores propias de su reinado con las de un verdadero jefe del servicio de espionaje.Los historiadores Carlos Carnicer y Javier Marcos han sabido encajar, a lo largo de estas páginas de apasionante lectura, las piezas clave que conforman el mapa político de una de las épocas más opresivas, sombrías y sangrientas de la Historia.
Unidad didáctica dirigida a los alumnos de Educación Secundaria y de Bachillerato que visitan el Archivo General de Simancas, con el objetivo de introducirles en el conocimiento del Archivo y de que aprecien el patrimonio documental que en el se custodia y se conserva. La publicacion da a conocer los planteamientos basicos de los servicios secretos españoles de los siglos XVI y XVII y los relaciona con el sistema politico-administrativo de los Austrias y su politica internacional.
Cuando se cumplen cuatro siglos de la muerte de Felipe II, aún son muchos los aspectos de su reinado que permanecen en la sombra. Los autores de este libro rescatan uno de los temas a los que, hasta ahora, apenas se ha prestado atención: el espionaje como cara oculta de la política desplegada por el monarca. En los difíciles años finales de su reinado, Felipe II se embarca en la intervención en los asuntos de una Francia desgarrada por las guerras de religión, con el objetivo de impedir el acceso al trono del protestante Enrique de Borbón. Al mismo tiempo, continúa la persecución contra el antiguo secretario real Antonio Pérez, huido de Aragón y refugiado en la corte bearnesa de Pau. El espía Sebastián de Arbizu y la red de inteligencia levantada desde la vecina Navarra intentarán la captura del ex ministro fugado procurando ganarse el apoyo de personajes influyentes de la región para oponerse al futuro rey de Francia. Combinando la narración biográfica con el análisis histórico documentado, el libro sigue las peripecias del espía navarro Arbizu para desvelar cómo funcionaba una red de espionaje al servicio del Rey Prudente, su estructura, métodos y fines, y la ambigüedad de las lealtades y de la propia relación entre las autoridades y los agentes secretos. Una lectura en clave de actualidad de la obra puede aportar una sorprendente perspectiva acerca del uso del espionaje por el poder político y revelar curiosas semejanzas con situaciones recientes, como el uso de fondos reservados o la dudosa confidencialidad de los asuntos secretos.