Una maleta con cartas. Febrero de 1939, una niña de seis años llega caminando con sus padres y hermano, como otros miles de españoles del éxodo y del llanto al puesto fronterizo de Port Bou, y son internados en el Campo de Refugiados de Argeles-sur-Mer: u
Obra plena de satisfacciones en donde se nos muestra a un creador de sensibilidades y vivencias. Palabra y silencio, amor y desamor, grito blanco más allá del paisaje interior,
ESCRIBIR, ATRAVESAR LA NOCHE es un viaje literario largo y consciente de vivir sin tiempo y sin brújula, creando estaciones y trayectos que son el sueño de estar partiendo siempre y regresando para volver a partir, del corazon de la luz al de las tiniebla
"Jesús Díez Fernández, poeta de la metáfora en imagen, sabe respirar en la ciudad sin cesar los
homenajes a la naturaleza, cuna de sus raíces. Los subtítulos son sólo una tímida
extensión
Y la memoria quiere llamarse olvido. En este libro de Jesús Díez, Equipaje del olvido, entre diversos homenajes literarios -Gamoneda, Kafka...- se cita un verso de Pessoa -Escribir equivale a olvidar-, con tradiccion que es a la vez metafora. El recuerdo es lo que nos deja el viaje siempre imperfecto de la memoria. Por eso, plasmar el recuerdo es plasmar algo que, seguramente, pertenece mas al olvido que a la propia memoria. Y de ese equipaje, que el autor quiere llamar olvido, esta cargado este libro, donde la evocacion suele ser melancolica, y casi de continuo suena al fondo musica de jazz, como para exacerbar esa melancolia.
La fotografía es luz, la mirada del fotógrafo busca un ángulo desde el que, en esa luz, retener el instante, trazar la memoria de una geografía nacida de sus deseos. Detrás de cada retrato están las presencias de mi origen, lo aprendido en ese lenguaje de respuestas de una cultura rural, vivida y soñada: las metaforas de los “afluentes humanos” del rio Curueño, que fueron realidades en otro tiempo. En este viaje por el cauce de un rio de imagenes, el camino esta cubierto de espejos y arroyos, a veces turbios. Atreverse a regresar en la distancia es proseguir sin limites ni puntos cardinales, incluso deseando hundirme como el naufrago, volver a un principio: la nieve sin derretir en mis labios, en cuyos limites lindar con el imposible. La esencia del volver se plasma en una senda de agua helada, que el tiempo y la memoria la llevan por caminos diferentes: La tejedora de invierno y verano, el tatuaje fosilizado de la noche y el dia con su magia de brumas, la hacedora de otoño y primavera, y ese juego extraño de preguntas que sigue habitando dentro de mi: ¿La realidad vivida, la realidad recordada?
