John Ludden

Los partidos del siglo empieza en los campos manchados de sangre del Frente Oriental, en una Ucrania arrasada por la guerra, con el estremecedor relato de un Dinamo de Kiev obligado a disputar, con fines propagandisticos, una serie de partidos contra sus ocupantes nazis. La orden era dejarse ganar, pero, desafiantes, los ucranianos pulverizaron una y otra vez a los alemanes. Pagaron por su osadia un precio tragico: sus vidas. Esta gran historia nunca contada es revelada aqui por primera vez. El libro acaba en una inolvidable tarde de mayo, en el alba del nuevo milenio, en Barcelona, una velada en la que solo una intervencion divina puede explicar la agonica victoria del Manchester United. Este triunfo fue alcanzado el dia en que Sir Matt Busby cumplia noventa años. ¿Casualidad, sin duda? Los partidos del siglo nos lleva de la mano a lo largo de algunos de los encuentros mas dramaticos y polemicos de la historia del futbol. Relatos poblados de prodigiosos personajes: algunos buenos, otros malos, algunos mas simplemente escandalosos: la luminosa escalada hungara de los años cincuenta; un genio entrado en carnes llamado Ferenc Puskas; Di Stefano y sus magos de Madrid. Y los setenta: Pele y sus gloriosos muchachos, saliendo a escena en tecnicolor deslumbrante. Sospechas de amaños argentinos en el 78. Llegan los ochenta y aparece Diego Armando, el rey adoptado por Napoles: un fenomeno con corona de espinas.

Diego Armando Maradona: una ley en sí mismo y un dios para millones de futboleros de todo el mundo. Las aventuras europeas del astro argentino abarcaron dos temporadas en Barcelona, siete en Nápoles y una en Sevilla. Las tres incluyeron emociones, polemicas, intrigas y momentos de genio futbolistico como para llenar una vida de recuerdos.No era un angel ni un santo, pero tampoco un demonio. Era, simplemente, el mejor jugador que ha dado nunca el futbol. En Barcelona, Maradona se vio reprimido por lesiones y enfermedades graves, y su divino talento solo brillo de forma ocasional. Pero cuando lo hizo... Por desgracia no fue precisamente un matrimonio perfecto, sino una torrida historia de amor que a veces rozo las estrellas, pero que con demasiada frecuencia cayo a tierra. ¡Y entonces llego el Napoles!Los napolitanos adoraron a este prodigio argentino que llego del cielo como un angel, bajando al estadio de San Paolo en helicoptero, y que durante siete años tan gloriosos como enormemente controvertidos, consiguio que sus mejores sueños se hicieran realidad. El tesoro de San Gennaro, un rey con corona de espinas cuyas andanzas nocturnas habrian hecho ruborizarse a la mismisima familia Borgia. Pero vestido de azul celeste napolitano, Maradona hizo bailar a la pelota. ¡Bis!En Napoles, a pesar del horrendo desenlace, iban a amarlo para siempre. Sevilla: un epitafio tragico, en el que Diego comprendio por fin que a pesar de que desde los diez años hubiera escuchado que era un dios, en realidad solo era humano. Que nadie vivia eternamente. Luchando constantemente contra una adiccion a la cocaina que avanzaba como una bomba de relojeria, y que hizo que las aventuras europeas de Maradona acabaran en infelicidad y acritud en la ciudad gitana. ¡Pero que gran viaje! Una tan desmedida como inolvidable historia de futbol, mafia,drogas, corrupcion, alcohol, mujeres y, sin duda, el mejor futbolista que ha visto el mundo. Amado y aborrecido, adorado y odiado, solo ha habido un Diego Armando Maradona.

Diego Armando Maradona: una ley en sí mismo y un dios para millones de futboleros de todo el mundo. Las aventuras europeas del astro argentino abarcaron dos temporadas en Barcelona, siete en Nápoles y una en Sevilla. Las tres incluyeron emociones, polémicas, intrigas y momentos de genio futbolístico como para llenar una vida de recuerdos. No era un ángel ni un santo, pero tampoco un demonio. Era, simplemente, el mejor jugador que ha dado nunca el fútbol. En Barcelona, Maradona se vio reprimido por lesiones y enfermedades graves, y su divino talento sólo brilló de forma ocasional. Pero cuando lo hizo... Por desgracia no fue precisamente un matrimonio perfecto, sino una tórrida historia de amor que a veces rozó las estrellas, pero que con demasiada frecuencia cayó a tierra. ¡Y entonces llegó el Nápoles! Los napolitanos adoraron a este prodigio argentino que llegó del cielo como un ángel, bajando al estadio de San Paolo en helicóptero, y que durante siete años tan gloriosos como enormemente controvertidos, consiguió que sus mejores sueños se hicieran realidad. El tesoro de San Gennaro, un rey con corona de espinas cuyas andanzas nocturnas habrían hecho ruborizarse a la mismísima familia Borgia. Pero vestido de azul celeste napolitano, Maradona hizo bailar a la pelota. ¡Bis! En Nápoles, a pesar del horrendo desenlace, iban a amarlo para siempre. Sevilla: un epitafio trágico, en el que Diego comprendió por fin que a pesar de que desde los diez años hubiera escuchado que era un dios, en realidad sólo era humano. Que nadie vivía eternamente. Luchando constantemente contra una adicción a la cocaína que avanzaba como una bomba de relojería, y que hizo que las aventuras europeas de Maradona acabaran en infelicidad y acritud en la capital andaluza. ¡Pero qué gran viaje! Una tan desmedida como inolvidable historia de fútbol, mafia, drogas, corrupción, alcohol, mujeres y, sin duda, el mejor futbolista que ha visto el mundo. Amado y aborrecido, adorado y odiado, sólo ha habido un Diego Armando Maradona.