La demolición de los derechos de los trabajadores se observa en el lenguaje de la economía on demand: no trabajas para, sino que colaboras con; no te despiden, te desconectas; no te controlan, te valoran. Nos hemos convertido en pilas que fabrican datos, braceros de la información, jornaleros del consumo. Vivimos la servidumbre cotidiana como si fuera una actividad liberadora.La vida y el trabajo se integran, no se concilian, y las relaciones sociales capitalistas colapsan las arterias sociales con ese colesterol llamado «mercancía». Si todo depende de lo que pasa, nos convertimos en esclavos de la coyuntura, siempre disponibles por lo que pueda llegar a pasar en un mundo donde nos acaba pasando de todo. Este es el laberinto que tenemos que resolver: el tránsito que va del «no tengo tiempo» a la sociedad del tiempo garantizado.
La devastadora crisis financiera ha multiplicado la presencia en nuestra sociedad de lafigura del emprendedor, entendido como el portador cultural y social del nuevo hombreacorde al proyecto de clase neoliberal. Emprender significa lograr convertirse uno mismo enun producto que se ofrece a otros, los que ostentan capital, llamando su atencion para quevean en tu persona un valor a explotar, a emplear. Nada hay ya no que no se mida y seentienda como una relacion empresarial. Nos convencemos de ello cuando, carne decoaching y autoayuda, recorremos el camino a la servidumbre y nos hundimos en la charcade los perdedores. Solo siendo capaces de organizarnos, de manera que la cooperaciondomine a la competencia, podremos empezar a construir la subversion contra eltotalitarismo de la empresa-mundo.