JOSE ANTONIO GARMENDIA

El idioma andaluz, a diferencia del castellano, y a semejanza del inglés y del francés, se escribe de una forma y se pronuncia de otra. En Valladolid se escribe 'altramuces' y se pronuncia 'altramuces'. En Sevilla o en Cádiz, se escribe 'altramuces' y se pronuncia 'artramuse'. Pero siempre hay excepciones que confirman la regla. Es el caso del profundo y tiernísimo Cipriano Telera, que escribe su andaluz tal como lo habla. La ironía y el desparpajo de los términos contenidos en este diccionario, escritos hace más de treinta y cinco años pero muy aplicables a los tiempos en que vivimos, salvan inteligentemente los obstáculos de la censura que marcaba aquella época. José Antonio Garmendia entronca su humor con el de Valle Incln, con las greguerías de Ramón Gómez de la Serna y con el absurdo de Mihura o de Tono.

Dice un viejo aserto, tal vez algo exagerado pero con un fondo de certeza, que en Sevilla se come bien de pie y mal sentado. Recorrer Sevilla a través de sus mostradores es recorrerla através de uno de sus inequivocos signos de identidad: exquisitez a exquisitez, se construye un mundo inminente y pronto que nos llena cada sentido y nos crea felicidades efimeros y rotundas. Y este libro que han entre sus manos viene a ser la guia perfecta para alcanzar paraisos tan concretos. Escrito por Jose Antonio Garmendia, este completisimo paseo por las mejores barras de Sevilla le ayudara a entender mejor la mas fascinante urbe que vieron los siglos y le evitara perdidas miserables de tiempo en baretos con mucho figuron pero poca calidad en la manduca. Animo y a la calle, que hay que saborear y mucho que caminar. No pierda tiempo: le esperan pequeños fragmentos de gloria salpicados de costumbre. Carlos Herrera.

Este manual afronta la aplicación de un enfoque sistemático para la realización de auditorias culturales de la empresa.

La Taberna de El Traga es un libro que se bebe de un solo sorbo, no es una historia pero sí una historieta de la famosa taberna. En la que ha lugar un divertidísimo desfile de los personajes que la poblaron, gran parte de ellos que ya se fueron para siempre, integrantes del singular elenco de un monipodio de aquellos años, viva moneda que no se volverá a repetir: El Gringo, el Piripi, el Brillantina, el Cojo Peroche, el Silvestre, el Loqui, el Terrible, el Joseliqui, el Habichuela entre otros, colmaron de ángel la Taberna que aquí se presenta.

Vaya algo por delante: este libro no pretende definir la Semana Santa de Sevilla. La Semana Santa sevillana es indefinible. Es, eso sí, transmisible, como el bien, por su propia naturaleza. En estas páginas se agrupan, sencillamente, sucedidos, vivencias y curiosidades en relación con ese puntual milagro que en Sevilla se produce cada estremecida primavera. Este libro no es consultivo, ni documental, ni por supuesto, doctrinal. De cuantas historias, leyendas, y anécdotas vividas por el autor que en él se comentan, saque cada lector sus propias consecuencias. El autor se ha cuidado como mucho de no asomarse a peligrosas profundidades teológicas, que no le incumben. Tan sólo, a través de una serie de consideraciones personales, basadas en hechos constatados, intenta ofrecer una visión amena, tal vez desenfadada, pero tierna, y más que respetuosa, reverente, de un fenómeno único en el mundo, cual es la Semana Santa de Sevilla.