Desde Caerá Allende, en el que adelanta lo que sucederá un año después en Chile, hasta La bomba (1982), en el que narra su experiencia como víctima de un grave atentado terrorista y la localización del grupo armenio que le hirió en las montañas de Sidón (Líbano), José Antonio Gurriarán -gallego del Barco de Valdeorras (Orense), periodista de prensa, radio y televisión, actual corresponsal de Canal Sur en Bruselas- ha publicado otros libros, dentro de las características del reportaje histórico, como Evasión, biografía de un"Papillón español", que se fugó en veintiséis ocasiones de la cárcel, o El ocaso del General (1985), su segundo libro chileno. Lisboa es una ciudad inolvidable (1998), guía cultural presentada oficialmente por el ayuntamiento de la capital portuguesa en el año de la Exposición Universal, es su anterior trabajo.
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El testimonio de hijos y nietos de supervivientes del genocidio salpica el diario de un viaje fundamental para el autor, que termina en su reencuentro con los responsables del atentado del que fue víctima en los años ochenta. Divulgar la causa armenia, apoyar el reconocimiento del genocidio con serenidad y rigor histórico: esa es la propuesta.
Don Juan Carlos y su familia en el exilio portugués. Prólogo de Mario Soares.
Sinopsis: La estancia de la familia real en Portugal ha permanecido durante años cubierta por un velo, en parte debido
Investigación que iniciou para completar as lembranzas da súa infancia no Barco de Valdeorras, onde eran frecuentes os enfrontamentos entre forzas policiais e guerrilleiros, popularmente coñecidos como fuxidos ou "os do monte". O autor descubriu dese xeito o importante papel das mulleres no maquis, fornecendo refuxio e apoio aos fuxidos. Moitas desas mulleres levaban practicamente o peso do Servicio de Informacion da Republica. Foi o caso de Paquina Nieto, por cuxa froiteria pasaban gran parte das mensaxes secretas dos fuxidos; de Matilde Franco, de Cacabelos, moi habil para obter informacion sobre as operacions antiguerrilla dos seus "amigos" do cuartel da Garda Civil. Mais so as mulleres que foron torturadas, ou estaban ameazadas de morte, foron autorizadas a unirse aos do monte como guerrilleiras.