Y aquí tienen ustedes, damas y caballeros, un búho al alcance de su mano. Pájaro solitario, nocturno e insomne, filosófico, tranquilo y algo epicúreo. De vuelo corto y vista larga. Pariente lejano de la lechuza griega que simboliza la sabiduría. Nadie ha visto nunca una bandada de búhos, como los estorninos, volando hacia el horizonte del amanecer. Nadie sabe cuándo ni cómo se aparea con la compañera que le corresponda. No tartamudea, repitiendo la voz de su amo, igual que los loritos y las cacatúas. Ni pretende dirigir el tráfico de las nubes, como los gallos de las veletas. Vive solo, ensimismado, ojo avizor, pendiente de lo que sucede en su entorno inmediato. Su domicilio puede ser la última rama, a la izquierda, de algún añoso olivo aceitunero, o la torre del campanario de cualquier iglesia de pueblo.
Algo queda después de tanta pena. Habla un hombre. Soy yo: José García. Y algo es alguien que vive todavía, a favor de su nombre, cuando suena. Cómo duele la vida. Pero es buena, si algo queda después de cada día. Algo: un libro, un golpe, una alegría, una mano, un verso u otra pena. Porque, os digo, mi vida es una guerra y aunque acabe rindiéndome a la tierra yo no voy a entregarme por completo. Algo queda, después de cada hombre. Algo, acaso, tan poco como un nombre enterrado a la sombra de un soneto.
Cuenta el autor que en cierta ocasión pidió en un estanco unos puros que se dejaran fumar, "fresquitos"; el estanquero le atendio con los humos propios de su malafollá y, al marcharse, comentó a su mujer con voz suficiente para que lo escuchara: "Ése se cree que está comprando boquerones". Con esta anécdota, no recogida en el presente libro, José G. Ladrón de Guevara nos explica que la malafollá existe en el alma de la ciudad como la Alhambra en su arquitectura. Todo se debe al virus malafornicius granatensis que él ha identificado tras años de ardua investigación, como bien nos explica en este tratado con su pluma suelta, ágil e incisiva, su fino humor y característica ironía. La malafollá granaína es un libro de cabecera para el granadino y por eso vuelve a las librerías, ampliando y puesto al día. Un clásico por la interporalidad del virus, hereditario y sin antídoto, de lecturaimprescindible para conocernos y nos hacemos mala sangre por nuestra forma de ser y modo de tratarnos.