Una mañana de primavera el Cerdito se encuentra en el bosque con el profesor Campbell, un peculiar científico. El Cerdito, curioso y bienintencionado, desea convertirse en el ayudante del Profesor, dispuesto a seguirle en la gran aventura de la Ciencia y, por supuesto, a llevarle el maletin. El ilustre Profesor adquiere un bote tamaño familiar de Nada. No se trata de cualquier producto, es Nada pura 100%. Al abrir el bote, la Nada sale al exterior adueñandose poco a poco de todo: se traga al propio bote, a una ristra de salchichas picantes, al expreso de las tres y cuarto, y al Circo Universal de la viuda de Andrade. El Profesor, perplejo e intrigado, convencido de su vocacion por la Ciencia, decide entrar en el Agujero-Nada para investigar un hecho tan insolito. "Un pequeño salto para un cerdo, un gran paso para la Humanidad".
La prosa la pongo yo. Dicho título recoge las palabras que se repite mentalmente uno de los personajes albergados en las páginas subyacentes cuando otro le señala de manera imperativa: "La prosa la pones tú." Pretende el autor, con este comentario, disuadir a sus potenciales lectores de que lo consideren un gilipollas, por engreído y pomposo. Tal es el pensamiento que se le suscitaría a él mismo si el título en cuestión lo cogiera de nuevas.
Sólo un hombre de baja estatura podría enamorarse tan perdidamente de una mujer con vestido estampado. Sólo una mujer con vestido estampado se podría comportar de manera tan desdeñosa con un hombre de baja estatura. Únicamente el fracaso en sus anhelos respectivos podría hacer que el hombre de baja estatura y la mujer con vestido estampado acabaran mostrándose tan complacientes el uno para con el otro. (Lo de “tan complacientes” es un decir).