PUBLICACIONES DEL BICENTENARIO (CHILE) 9789567892068
Editada por la SCD y la Comisión Bicentenario junto al libro “En busca de la música chilena”, de José Miguel Varas y Juan Pablo González, ésta es una antología de 71 obras musicales dispuestas en cuatro CDs. Dos de ellos recogen el repertorio popular, en un patrimonio que empieza en calidad de vitrola con el invaluable documento de Ester Soré cantando "Chile lindo" en 1941 y que termina en los grandes éxitos rockeros de La Ley y Los Tres en los años ’90.Ambos discos tienen un orden temático, el primero dedicado a la raíz folclórica y el segundo a la música popular. La compilación parte ilustrando la rica simultaneidad de la música basada en folclor propia de los años ’50 y ’60. La belleza de la cueca urbana se oye en una de sus muestras originales, "Yo soy dueño del Barón", grabada por Los Chileneros en su primer disco, La cueca centrina (1967), junto a la cueca más tradicional de guitarra y acordeón de "Chicha de Curacaví", cantada por Los Perlas, o de plano junto a la música típica chilena, ilustrada aquí en las versiones de Los Huasos de Algarrobal para la tonada de Luis Bahamonde "Viva Chile" y de Los Cuatro Cuartos para "El corralero", la más célebre tonada de Sergio Sauvalle, integrante a su vez de Los Huasos Quincheros.
Las tierras australes de Chile fueron a fines del siglo XIX el espacio ideal para instalarse y tener nuevas oportunidades para muchos aventureros; pero, también, para quienes huían de la pobreza y el hambre. A este ultimo grupo pertenece la joven francesa Clementina Fidret Bonard y su familia, quienes arriban a Punta Arenas, en 1894. Pero sus ilusiones chocan de inmediato al toparse con un villorrio desvalido, de calles fangosas y un frio extremo, tambien con el encuentro de trabajos extremos para sobrevivir. Y no solo eso, pues fueron espectadores de una historia cruel y despiadada: la matanza del pueblo selknam. Cuando se lee esta conmovedora obra, inevitablemente, permanece en el lector el grito desagarrado de esas mujeres selknam, heridas, mancilladas, sangrando, que claman por sus hijos perdidos: ¡Pikinini! ¡Pikinini!