Un viaje por las genealogías y peripecias literarias, filosóficas y estéticas de la idea de libertad obliga a dar cuenta de sus trágicas paradojas. Y a constatar cómo esta singularidad antropológica y vital que irrumpe en la Grecia Clasica se ha ido configurando al hilo de un puñado de textos de alta filosofia y alta literatura, y de una iconografia que la sublima hasta disfrazarla, velarla, mancillarla y encanallarla y hacer de ella pasto de ideologias despoticas.Se ofrece, pues, una historia heterodoxa de la libertad y sus representaciones que, a traves de textos y pinturas y sin pretension de ser exhaustiva ni academica, pero si rigurosa, arriesga una anatomia filosofica de sus caidas mitologicas y teologicas, un ejercicio teorico y erotico con el cual desnudar los mitos que nublan la palabra libertad y desvelar asi en que medida ese bello nombre se ha usado como coartada para las tiranias mas espectaculares y eficaces.La libertad se muestra tapada, enmascarada. ¿Por que no arriesgarse a emprender la faena impopular e ingrata, acaso tambien esteril, de despojarla de sus resplandecientes harapos y desnudarla? El texto aqui ofrecido responde a este desafio.
Este libro presenta un diagnóstico de la situación actual de la enseñanza media en España a través de las escenas que, a diario, se viven en las aulas. Una «guerra» que se libra entre dos polos: la tiranía de los alumnos defendiendo su ignorancia y la frustración de los profesores tratando de combatirla. El autor, profesor él mismo, se aproxima a este tema tan actual utilizando una atractiva comparación con el universo Matrix: el maestro, o Morfeo, sería el liberador estresado, y el alumno, Neo, el esclavo liberado. Al igual que en el mito platónico de la caverna, la educación consiste en ayudar al esclavo a salir de la ignorancia, algo que nunca haría por sí solo.Por ello, es fundamental que el docente no deteste su trabajo y que quiera luchar cada día contra la desesperación que le provoca su condición de hombre invisible, bufón, obstáculo, enemigo… a los ojos de sus alumnos.
Los dados es la mirada que lanzan sobre el mundo hombres de una generación que perdió el mundo. O sea, una generación igual que todas. Los personajes de Sánchez Tortosa se mueven siempre en ese desasosegador saberse condenados a no ser jamáslos contemporáneos de sí mismos. Demasiado tarde siempre. O demasiado temprano. Perdidos en un intersticio del tiempo sin tiempo. "Demasiado tarde para la revolución, demasiado pronto para la libertad", sentencia uno de ellos, inapelablemente filosófico. Porque estos vagabundos de un territorio en ruina —el Madrid, tal vez, de los ochenta— son todos innegociablemente inteligentes. Casi tanto como su autor. Y cruzan sus escuetos diálogos como duelistas enamorados de la muerte. "No hemos tenido revolución, guerra, dictadura, cárcel ni exilio. Sólo la movida. Y como espectadores". Con una prosa tallada a punta de navaja, SánchezTortosa recorre los callejones oscuros de ese mundo residual. Cataloga, sobre todo, las cabezas de quienes por allí transitan sin esperar nada. Esos que, como Nadja, han aprendido que no se tiene un nombre, que uno se llama siempre como el otro quiera que sea llamado. Sujetos a la espera sólo del supremo narcisismo: el de saber hasta qué punto "el yo cansa".Y aguardando el apacible momento en que se extinga.
Desde los años noventa al menos, la enseñanza en España viene padeciendo la paulatina incorporación de unos principios ideológicos que, disfrazados de pedagogía, han marcado las distintas legislaciones. Tal modelo o paradigma pedagógico ha arrebatado la autoridad al profesor para entregársela a los departamentos de orientación.De ese modo se ha empobrecido -cuando no vaciado- el contenido científico, académico, técnico e intelectual de la educación. En su lugar, la subjetividad sentimental y emocional, los espejismos de la felicidad y de la libertad espontánea del niño (del buen infante, un mito que arraiga en aquel otro del buen salvaje), amén de un infantilismo creciente, han ocupado el centro de las funciones de los profesores, subordinados a la psicopedagogía y reducidos al cometido de contener y entretener a bolsas de sujetos en edad prelaboral en ausencia de los progenitores o tutores legales.Ante esta tesitura, una teoría crítica de la enseñanza puede contribuir no sólo a clarificar el problema, sino a pertrecharnos para presentar batalla ante los mitos y las trampas del lenguaje a la moda en el universo educativo, donde triunfa de modo transversal un populismo pedagógico que torna la enseñanza en espectáculo y es cómplice de políticas que condenan a los más desfavorecidos a la indigencia intelectual y académica bajo retóricas pseudoizquierdistas de igualitarismo formal y felicidad canalla.