Natural de Jaén, ingeniero en la ciencia electrónica, con múltiples recorridos por todos los continentes, maduro impetuoso e investigador dinámico, ahora aplica su interés por un tema tan profundo como es la guerra.
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En esta novela de ciencia ficción quiere mostrar las posturas y estados culturales de tres continentes, adjudicando las posibilidades que en sí deberían de facultar a los seres humanos cuando un problema de caracteristicas mundiales afecta a todo el sistema solar, y se preve la destruccion indetenible del mismo sin posibilidad de aplicar sistemas de defensa alguno. Cuando tres personas unen sus esfuerzos, independientes de sus espiritus patrioticos, pelean para solventar un imposible ataque natural producido por un astro que se dirige de pleno a chocar con nuestro planeta, sin solucion aplicable alguna. Dentro del relato se activan las circunstancias que rodean en la actualidad las mentalidades de tres continentes en sus dificultades actuales, si bien pone de manifiesto la implicacion del mundo entero ante una situacion tan caotica como la descrita.
No es la guerra lo que resulta del contenido, sino más bien todas las estructuras, formas de realizarse y aberraciones de las mismas, así como un análisis determinado de cada una de aquellas guerras acaecidas durante el siglo XX, sin determinar aún la última guerra supermundial que se está llevando a cabo, con conocimiento y reconocimiento de todos y cada uno de los países existentes en el planeta, guerra que de alguna forma debería concluir, pero no lo hace porque los intereses que arroja la misma son fruto maduro que ningún país quiere dejar de obtener. Dentro del relato expone fórmulas y caminos viables con el ánimo de excitar la médula de quienes posiblemente estén a la altura de no continuar en ella, si bien mezcla y apunta al imperio americano como precursor, su idea no es sentenciarlo, sino de avisar que los desmanes se han cometido, se cometen y se cometerán si no se tiene intención de frenar.
En este libro el autor describe una realidad física aportada con pruebas evidentes que dejan de manifiesto la envergadura que tienen tomadas diversas ramas científicas en su afán de ocultar las mismas tales pruebas, sin otro motivo que ampararse para cubrir manifestaciones y relatos escritos que solamente indicaban, en su día, que aquello aparentemente era así, pero que a la luz de nuevas pruebas encontradas, la razón por su propio peso, contribuye a que aquellos libros tuvieron su razón en su momento, pero que hoy no son de recibo. Sin embargo, a pesar de ello, la arqueología, la paleontología, la egiptología, entre otras ciencias, no tienen derecho alguno, según el autor, para estancar sus aportaciones y definirlas como ciencias exactas e invariables. El autor manifiesta que las cosas basadas en pruebas evidentes hay que actualizarlas, a lo que hasta ahora se han opuesto por razones que han sido determinadas como imposibles por ellos, simplemente.