Ningún fotógrafo tan alejado como él de toda vocación elitista, tan despojado de pretenciosidad. Siendo un virtuoso de su trabajo, lo es como el que no quiere la cosa, sin abrumar. La técnica es para él como una segunda piel, algo que al fotógrafo se le supone, como el valor a la tropa.
Hace ahora once años que Juan Manuel Castro Prieto embaló su recién inaugurado laboratorio profesional de fotografía para llevárselo a Cuzco y positivar allí las mejores copias que jamás se han hecho de Martín Chambi -el gran maestro de la fotografía peruana- cuya obra es para Castro Prieto sinónimo de honestidad y de pasión. En algunas de las imágenes de ese artesano indígena de principio del siglo XX están las claves que pusieron en marcha una serie de viajes que, once años después, nos muestran, no sólo la evolución y madurez de la obra fotográfica de Castro Prieto, sino las huellas de otra expedición más personal donde la vida, la experiencia y los sueños son los protagonistas.
Exposición en el Museo de Fotografía de Huete, de la Fundación Antonio Pérez, del 27 de enero al 31 de marzo. Ya desde el título el libro se posiciona en un espacio que se sitúa entre dos párpados. Los parpados sirven para cerrar los ojos, y lo que Juan Manuel Castro Prieto hace es cerrar los ojos para ver. Porque la mirada no es una funcion fisiologica sino cultural. No vemos con los ojos sino que construimos la realidad, porque el mundo no es otra cosa que una interpretacion. Como dice el inuit en la publicidad de Play Station 2 filmada por Kevin Thomas to see that place you dont need eye sight, you need visiono (para ver este lugar no necesitas los ojos, necesitas la vision). Situado, pues, a este lado de los parpados, Castro Prieto ofrece su vision particular de las cosas Antonio Anson, del texto del libro
Un homenaje a la memoria de un pueblo y de su gente y a la permanencia de ésta. Paisajes, tradiciones, objetos que habitan los espacios y conservan el modo en que el tiempo los fue desgastando, testimonio y testigos. Un libro de imagenes y textos en donde ambos registros dialogan guiados por un mismo objetivo sin la voluntad de ilustrarse el uno al otro. Dentro de las jornadas fotograficas de Albarracin organizadas por el prestigioso fotoperiodista Gervasio Sanchez, se selecciona anualmente a un fotografo para que plasme su perspectiva personal y fotografica sobre esta poblacion. Del mismo modo que ya lo hicieron en su momento destacados fotografos como Bernard Plossu y Joan Fontcuberta, con sus obras Albarracin y Albarracin-Santa Inocencia respectivamente, este año ha recibido el encargo el conocido fotografo Juan Manuel Castro Prieto. Los cinco relatos que acompañan a las fotografias del autor quieren poner musica a sus imagenes desde un toponimo imaginario. Estos personajes habitan en un espacio quimerico llamado Valcorza y narran sus recuerdos.