Julia Escobar (Madrid, 1946) ha publicado dos poemarios: Fluyen permanentes (1985, Premio Francisco de Quevedo 1981) y Tiempo a través(1994), ambos en la editorial Pre-Textos, y una novela Nadie dijo que fuera fácil (Edhasa, 1999), también hace crítica literaria y es autora de numerosas traducciones del francés y del portugés (Colette, Michaux, Ponge, Jabès, Verne, Almada Negreiros, Ramos Rosa, etc.). En la actualidad colabora activamente en la prensa y en la radio.
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Nadie dijo que fuera fácil nos descubre los entresijos de una familia en la que confluyen un linaje aristocrático y unos antecedentes republicanos, a través del ingenuo relato de una encantadora viuda, Lourdes Melgar, empeñada en acceder al mundo de las letras. Si bien no lograra ningun exito de ventas ni obtendra premios de relumbron, por lo menos encontrara el amor por los caminos mas insolitos y, ademas, se ganara el rencor y la antipatia de su extensa y variopinta familia al descubrir algunos de los secretos que mas celosamente guarda. Julia Escobar nos introduce en los ambientes aristocraticos y literarios españoles, de la mano de una mujer intrepida y entrañable.
EL número de muertos es incalculable. Corresponde al de todas las personas que han existido desde el comienzo de los tiempos hasta nuestros días, sin que sepamos bien en qué momento empezaron dichos tiempos. Es más, cuando la comunidad científica cree haber conseguido el dato definitivo que puede zanjar de una vez por todas esta inquietante cuestión, aparece un fósil en alguna parte que hace retroceder la fecha y nuevamente se desbaratan las estadísticas. Pero si conocer el número exacto de seres humanos que han poblado el planeta es un gran enigma, aún lo es mayor el planteado por su destino una vez acaecido el óbito. Nadie ha sabido contestar todavía de manera concluyente -o al menos convincente- a la gran pregunta: ¿de dónde venimos?, pero las respuestas a la otra gran pregunta, ¿adónde vamos?, son tan sorprendentes como variopintas. En este más allá que yo imagino, el individuo, al morir, se encuentra desasistido por completo. Por eso cuando, por así decirlo, "cobra conciencia" de su estado, el sujeto busca desesperadamente compañía y la encuentra gracias a la convocatoria (¿ritual, aleatoria, permanente?) de las asambleas. Con este libro no pretendo más que hacerme eco de mis obsesiones, reírme de mis propios temores (en definitiva, darle un susto al miedo) y echar mi cuarto a espadas en la espinosa polémica de la supervivencia después de la muerte, incurriendo en ese oxímoron, ese "absurdo ingenioso" que supone el hecho de querer materializar un más allá representable y coherente. Yo concibo la muerte como un extraño y lejano país al que habrá que acudir en algún momento. Una tenebrosa región de soledad y de sombras donde, como en las antiguas posadas españolas, sólo encontraremos lo que llevemos puesto.
La enfermedad y la discapacidad son, a día de hoy, una de las constantes de nuestra existencia. Hasta las personas más sanas tienen algún enfermo crónico en su entorno y, entre todos, estamos convirtiendo la salud en una enfermedad cronica. San Judas 27 (La catedral del dolor) es una novela sobre la enfermedad, el dolor y los hospitales, fruto de la experiencia personal de la autora. De ella ha sacado el conocimiento directo de todo lo que se dice sobre la enfermedad cardiaca y sus sintomas, asi como sobre el personal sanitario, los hospitales y los enfermos que transitan por ellos. Sin embargo, la carga psicologica y la peripecia emocional y vital de sus personajes y sus opiniones son enteramente ficticias. Cualquier parecido con la realidad hay que cargarlo en el activo de nuestras obsesiones, de las de la autora y de las de los lectores que puedan verse retratados en estas paginas. Asi como los editores advierten que no son responsables de lo que dicen sus autores, estos ultimos tambien deberian poder decir que no se identifican con las opiniones vertidas por sus personajes. Por mucho que los hayan inventado, siempre se desmandan.
Soy una falta soy un equívoco soy un eco un rumor apagado soy un fulgor apenas soy una mañana turbulenta soy una batalla que se desarrolla en la noche en una sola noche soy inesperada atenta oh loor oh rosa horrible rosa desastrosa soy un tigre engañado soy un acto fallido soy como la mañana tibia soy una montaña encadenada soy el alba tan esperada tan imperfectiblemente blanca tan lejos. Julia Escobar nacio en Madrid de 1946. Estudio Filologia Clasica y ha traducido interesantes obras del frances. Colabora tambien como periodista en numerosas publicaciones y en la radio. Uno de los asuntos que mas inquietan a Escobar es la muerte, a la cual, como Jesus Bregante señala, se ha acercado con ironia en un intento de conjurar el miedo de lo incierto. Es autora de las novelas Nadie dijo que fuera facil (1999) y La asamblea de los muertos (2000). Antes de debutar en la prosa, habia publicado los poemarios Fluyen permanentes (Pre-Textos 1984) con el que obtuvo el Premio Francisco de Quevedo en 1981, y Tiempo a traves (Pre-Textos, 1994), asi como ensayos sobre literatura y traduccion. En 1999 el Ministerio de Cultura de Francia le otorgo la distincion de Chevallier dans l'Ordre des Arts et des Lettres.