Tras nueve años ejerciendo como abogada en un gran despacho, trabajando a destajo, sin horarios y sin vida, un cliente -una promotora inmobiliaria propiedad de una entidad bancaria- me ofreció un puesto ejecutivo: directora del departamento de sociedades participadas, la posibilidad de sentarme en el consejo de administración de catorce sociedades cuyo accionariado compartíamos con catorce socios distintos, cada uno con una manera propia de entender el negocio inmobiliario. Y de gestionarlo. La promotora de un banco, préstamos y ladrillos, el binomio perfecto. ¿Quién podría reprocharme que metiera mis pertenencias en una caja y saliera por la puerta del bufete a toda prisa? ¿Quién podía culparme por instalarme en un hermoso despacho en la planta diecisiete de la entidad bancaria, con vistas a la ciudad y a nuestro enjambre de grúas que, allí al fondo, se empeñaban en seguir construyendo sin parar? ¿Quién podía sospechar siquiera el lío en que me estaba metiendo? Al fin y al cabo -era una promotora inmobiliaria, era una entidad financiera- nada podía faltar.Cuatro años tardé en volver a guardar mis pertenencias en una caja de cartón. Durante este tiempo el banco, viendo venir el desastre, decidió desinvertir en el sector del ladrillo y vender la promotora al mejor postor. Lástima que ese postor, epítome del crecimiento inmobiliario en aquel momento fuera un auténtico flautista de Hamelin en la caída que se iniciaría tan sólo unos pocos meses. Un derrumbe que tuvo su particular chupinazo el 23 de abril de 2007, con el crack bursátil protagonizado por nuestro nuevo accionista, popular e infaustamente recordado como el"astrocazo".Durante esos cuatro años el trabajo fue frenético. Al principio, en un mercado que funcionaba bajo la máxima de que"lo único que no da beneficios es lo que no se construye", había que edificar lo que fuera, donde fuera. Luego, tras el desplome, h...
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Carolina se enfrenta a la inminente muerte de su padre, último de una saga de la alta burguesía catalana. Su madre los abandonó cuando era una niña, de ella solo conoce la ausencia. Pero un hallazgo inesperado la lleva hasta Gabriel, el amante de su madre y quizas tambien su asesino. Con el descubrira a esa joven indomable que se resistio a ser una intachable esposa burguesa. Un retrato de los años sesenta, donde confluyen los ultimos bailes de gala y los primeros conciertos de rock, el S’Agaro mas esplendoroso y los baños de la Barceloneta, la rigidez de la clase alta y los sueños de barriada, y al que se asoman personajes tan dispares como Liz Taylor, los Sirex o S. de Beauvoir. Un mundo que poco tiene ya que ver con el de Carolina, que, entre peleas con su hija, las heridas del divorcio, obligaciones laborales y ansiedades, se esfuerza por mantener la apariencia de una vida perfecta.
Una novela que retrata perfectamente la burbuja inmobiliaria española: la corrupción, los pactos fuera de la ley, la codicia…El debut literario de Laura Anguera supone un soplo de aire fresco en la n
De vegades, per ser tu mateixa, has de deixar tota la teva vida enrere.La vida de la Carolina ja no és perfecta: el divorci, les baralles constants amb la seva filla, i ara l’agonia del seu pare, el
Pack que incluye: Nadie me habló de ti + una elegante libreta. Carolina se enfrenta a la inminente muerte de su padre, último de una saga de la alta burguesía catalana. Su madre los abandonó cuando era una niña, de ella solo conoce la ausencia. Pero un hallazgo inesperado la lleva hasta Gabriel, el amante de su madre y quizás tambien su asesino. Con el descubrirá a esa joven indomable que se resistió a ser una intachable esposa burguesa. Un retrato de los años sesenta, donde confluyen los últimos bailes de gala y los primeros conciertos de rock, el S'Agaró más esplendoroso y los baños de la Barceloneta, la rigidez de la clase alta y los sueños de barriada, y al que se asoman personajes tan dispares como Liz Taylor, los Sírex o S. de Beauvoir. Un mundo que poco tiene ya que ver con el de Carolina, que, entre peleas con su hija, las heridas del divorcio, obligaciones laborales y ansiedades, se esfuerza por mantener la apariencia de una vida perfecta.