Wolf Vostell (Leverkusen, 1932-Berlín, 1998), artista multimedia, desarrolló su vida y su obra entre sus estudios de Alemania (Colonia, Berlín) y Extremadura (Malpartida de Cáceres, donde fundó un museo). A partir de los años cincuenta fue pionero en Europa de los nuevos comportamientos artisticos como happening, fluxus, video-arte bajo el principio estetico Arte=Vida/Vida=Arte. Importante epigono del arte dadaista, del surrealista y de un expresionismo propio, su principio generador se baso en la tecnica del de-coll/age y la utilizacion del hormigon como configurador de una nueva obra, uniendo o ensamblando elementos despegados, o desechos previamente recogidos de nuestra civilizacion de consumo, para crear metaforas de la violencia belica, del sexo, de la muerte y de otros fenomenos que nos rodean, y desarrollar un arte moral.
Entre todos los caminos que existen en la Península Ibérica hay uno que posee unas peculiaridades específicas, ya que abandona el trazado tradicional de las comunicaciones radiales, lo que le convierte en un sistema que sirve para comunicar el norte con el sur, a través de la zona occidental peninsular. Se trata del conjunto que puede denominarse genéricamente eje de la Plata, que se aplica a un camino histórico que desde siempre fue transitado, aunque sólo desde comienzos del I milenio a. C. comienza a dejar restos bien visibles como camino comercial. Desde el período orientalizante existen abundantes pruebas materiales de su uso continuado. Se trata de los diferentes hallazgos correspondientes en esa época que han ido marcando unas orillas del camino todavía demasiado difusas. A través de él se conectaban las florecientes tierras situadas en torno al valle del Betis con las del interior de la Meseta. Tumbas principescas, santuarios, objetos suntuarios ascendieron por ese camino aún no señalizado como hoy se entiende, pero que se iría convirtiendo en el más frecuentado. En definitiva en la actualidad la denominación de Vía de la Plata, en sentido amplio, se ha convertido en un itinerario cultural de tránsito en el que se combinan diferentes espacios con sus correspondientes paisajes notablemente transformados por la mano del hombre y, sobre todo, con una gran riqueza de Patrimonio Cultural a ambas márgenes, algo de lo que la propia vía no es ajena a ello. El uso cultural que de este viejo itinerario se trata de hacer hoy permite observarlo en latitud, dotada de amplios márgenes en torno a los cuales es posible entrar en conocimiento de múltiples explicaciones de hechos históricos y culturales que han circulado a través de ella y, como por ósmosis, se han extendido hacia las periferias. Acaso así, más que en su seguimiento detallista de tipo arqueológico pueda ser entendido en la actualidad, sin dejar de atender a ese requerimiento que es el que marca la pauta.
Wolf Vostell (Leverkusen, 1932-Berlín, 1998), artista multimedia, desarrolló su vida y su obra entre sus estudios de Alemania (Colonia, Berlín) y Extremadura (Malpartida de Cáceres, donde fundó un museo). A partir de los años cincuenta fue pionero en Europa de los nuevos comportamientos artísticos como happening, fluxus, vídeo-art... bajo el principio estético Arte=Vida/Vida=Arte. Importante epígono del arte dadaísta, del surrealista y de un expresionismo propio, su principio generador se basó en la técnica del dé-coll/age y la utilización del hormigón como configurador de una nueva obra, uniendo o ensamblando elementos despegados, o desechos previamente recogidos de nuestra civilización de consumo, para crear metáforas de la violencia bélica, del sexo, de la muerte y de otros fenómenos que nos rodean, y desarrollar un arte moral.
El libro analiza cómo convivió el desarrollismo franquista a partir de 1958 con la violencia política y represiva, entendiendo que no hubo el uno y la otra, sino el uno «en» la otra. Se acerca a los discursos populares que construyó el franquismo para ganar apoyos entre la opinión pública. Y, por otro lado, utiliza las fuentes policiales (de la Guardia Civil, de la Dirección General de Seguridad y de los gobiernos civiles) para estudiar la socialización política antifranquista que buscó deslegitimar a la dictadura. Es la historia no de grandes líderes, cuya imagen no se agiganta más, pero sí de gente corriente que tuvo un papel primordial en el proceso de democratización, eso sí, intentando no confundir entre lo que sucedió y lo que a uno le hubiese gustado que hubiese sucedido, en definitiva, entre deseos y realidades. En momentos en los que algunos se empeñan en blanquear el franquismo, bastante alejados de la historiografía profesional, este libro pone énfasis, sin embargo, en la tradición antifranquista y democrática española.