Tras un mes en el hospital, el 19 de abril de 2008 a las ocho y veinte de la tarde, con tan sólo dieciocho años, víctima de leucemia, murió Hugo. En aquel momento comenzó a llover. La lluvia, tan deseada, se volvio amarga al mezclarse con las lagrimas de todos los que lloraron su perdida. La muerte de un hijo es una muerte en contra del sentido de la vida, un sufrimiento intenso, inmenso, el mas devastador que un ser humano pueda experimentar. Amarga lluvia no se lee, se siente. Tal es la fuerza de su prosa sencilla y expresiva, que al final te queda lo que la autora pretende: el aroma de su hijo. Nadie que lea este libro quedara indiferente, haya experimentado o no la perdida de un ser quderido, algo se le removera muy dentro, alli donde cala ineludiblemente la "amarga lluvia".
Mucho es lo que se va con la muerte de un hijo, y nada, absolutamente nada, regresa. Permanece tan sólo el recuerdo, herramienta imprescindible para defenderte de todo: del pasado que ha huido, del presente que vives y del futuro que no llegara. Aromas de una ausencia pretende hacer presentes las ausencias, la de Hugo y la de tantos Hugos que hay y que seguira habiendo. Busca tambien justificar las presencias ausentes, la mia y la de tantas madres que descubrieron un dia que en este mundo nada, absolutamente nada, puede superar en dolor la muerte de un hijo. Intenta analizar la labor del tiempo, al descubrir que el primer año no inmuniza, sino que tan solo es el primero del resto de una vida. Pretende, en fin, ir un poco mas alla de la espontaneidad y transparencia de los sentimientos, para adentrarse en frios pensamientos y en hondas reflexiones. Tras la perdida de un hijo hay que seguir viviendo, hay que aprender a hacerlo, incorporando a ese vivir diferentes aromas de una ausencia.
Veinte reflexiones tras las huellas de la muerte para seguir avanzando en la vida. Es fácil y cómodo quedarse en la superficie de las cosas, mirar solo la forma dejando de lado el fondo. Las circunstancias adversas y hostiles que a veces se cruzan en el camino de nuestra vida, como lo es, sin duda, la muerte de un hijo, nos abandonan en una situacion limite que tiene la capacidad de hacernos sufrir mucho, pero, tambien, la de obligarnos a formular preguntas existenciales y mostrarnos, a traves de ellas, ese fondo olvidado en el que, a menudo, anidan los mirlos blancos, especie rara, dificilo imposible de encontrar y, por lo tanto, muy valiosa. Mientras camino nos habla de vida, de muerte, de ciencia, de fe, de amistad, de sentimientos, de emociones... y de algun que otro mirlo blanco que, en forma de respuesta, serenidad, paz interior y sentido a la vida, encontramos en el fondo de todo aquello que nos acompaña en el camino de nuestra vida.
María José BritoTras un mes en el hospital, el 19 de abril de 2008 a las ocho y veinte de la tarde, con tan sólo dieciocho años, víctima de leucemia, murió Hugo. En aquel momento comenzó a llover. La lluvia, tan deseada, se volvio amarga al mezclarse con las lagrimas de todos los que lloraron su perdida. La muerte de un hijo es una muerte en contra del sentido de la vida, un sufrimiento intenso, inmenso, el mas devastador que un ser humano pueda experimentar. Amarga lluvia no se lee, se siente. Tal es la fuerza de su prosa sencilla y expresiva, que al final te queda lo que la autora pretende: el aroma de su hijo. Nadie que lea este libro quedara indiferente, haya experimentado o no la perdida de un ser quderido, algo se le removera muy dentro, alli donde cala ineludiblemente la amarga lluvia.