Procediendo de igual modo que las sectas, la pedagogía hizo creer a los maestros que poseía en exclusiva la verdad absoluta sobre la educación. Fue un discurso inicial tan lejano de lo conocido y tan paralizante que cuando se pudo reaccionar contra él ya había adquirido rango de ley. Su implantación se hizo, como también es habitual en los procesos de captación sectaria, imponiendo un nuevo lenguaje que incorpora inevitablemente la ideología oculta que alimenta todo el proceso.
Tenemos un sistema educativo muy preocupado por desarrollar la creatividad de los alumnos, pero que sólo considera creativo hacer cacharritos de barro, pintar con los dedos o pegar palillos sobre una cartulina de colores. Es decir, que entiende la creatividad aplicada exclusivamente a actividades manipulativas. Sin embargo, al instrumento más creativo del que dispone la persona, el lenguaje, se le ha despojado de importancia.Es tentadora la pretensión de que existen uno o dos modelos educativos vigentes en la actualidad, uno o dos patrones según los cuales los colegios funcionan, una o dos líneas de pensamiento que inspiran la vida escolar. Los análisis más groseros pretenden que los hay, mostrando una antítesis excesivamente simplificadora entre escuela tradicional y escuela progresista o entre escuela pública y escuela privada.La verdadera batalla ideológica en la educación actual no se libra eligiendo entre los modelos de 'escuela tradicional' o 'escuela progresista tampoco eligiendo entre la escuela pública y la privada. Las batallas igualitaristas carecen de sentido si se piensa que el fracaso se produce tanto en los alumnos denominados 'marginales' como en los que llevan la tarjeta de crédito en el bolsillo desde los diez años.
Si alguien ha participado activamente en sembrar el desconcierto en las nuevas generaciones de padres y en el sistema educativo actual acerca de cómo actuar con los chicos en casa y en la escuela, éstos han sido los pedagogos. La verdadera batalla ideológica en la educación actual no se libra eligiendo entre los modelos de «escuela tradicional» o «escuela progresista». Las auténticas diferencias hay que establecerlas entre los colegios que establecen límites y los que son territorio de nadie; entre los que enseñan y los que no enseñan.