La vida y la obra del fundador de Bogotá, el cordobés y granadino Gonzalo Jiménez de Quesada, es aquí narrada en la totalidad de su magna obra. Plinio Apuleyo Mendoza en un magnífico prólogo nos resume su contenido:Gracias a una habil estructura narrativa, Manrique inicia su relato cuando el Fundador, ya en el crepusculo de su vida, todavia sueña con encontrar el pais del Dorado, el mito que embrujaba entonces la imaginacion de conquistadores y aventureros. Don Gonzalo se dispone a emprender esta ultima aventura de su lar- ga vida, cuando es ya la primera y tranquila autoridad de la ciudad fundada por el muchos años atras.
Esta es la historia de dos integridades: las que conviven en el alma y en la carne de Carlos, párroco de Vallegrande. El descubrimiento de la vocación sacerdotal es para Carlos una muralla protectora que le amparara de la incomprension del mundo. A pesar de su condicion, Carlos decide ser un sacerdote como todos los demas, aunque... los impulsos naturales, logicos, humanos, lo empujaran a transgredir lo que no es mas que una invencion del Papa Pelagio II en la Alta Edad Media y jamas un principio moral o una verdad teologica, lo que le acarreara la suspension a divinis.¿Como haria el Hijo del Hombre para sobrellevar la carga que le oprimia? Sabia que se iba a producir la traicion de Judas, el prendimiento en Getsemani, los azotes, todo. Al atarse a la cintura el cingulo, simbolo de castidad, sintio un estremecimiento. () Beso la cruz que habia en el centro de la estola e inicio un Padre Nuestro, audible para si mismo...Manrique nacio en Colombia en 1953, pero lleva mas de la mitad de su vida en España. Es periodista, critico literario, novelista, con estudios en Ciencias de la Informacion y en Derecho. Ha trabajado para medios como El Pais, El Mundo, Diario 16, Interviu, Cuadernos Hispanoamericanos o Reseña. Otras novelas suyas publicadas son: El area pequeña (Entrelineas. Madrid, 2005) y La tinta y la espada (Trifaldi. Madrid, 2008). A la narrativa habria que añadir el ensayo politico El falso progresismo (Vision Net. Madrid, 2007). Mas inquietud histrionica, imposible.
La vida y la obra del fundador de Bogotá, el cordobés y granadino Gonzalo Jiménez de Quesada, es aquí narrada en la totalidad de su magna obra. Plinio Apuleyo Mendoza en un magnífico prólogo nos resume su contenido:Gracias a una habil estructura narrativa, Manrique inicia su relato cuando el Fundador, ya en el crepusculo de su vida, todavia sueña con encontrar el pais del Dorado, el mito que embrujaba entonces la imaginacion de conquistadores y aventureros. Don Gonzalo se dispone a emprender esta ultima aventura de su lar- ga vida, cuando es ya la primera y tranquila autoridad de la ciudad fundada por el muchos años atras.
Este fenómeno, instalado en amplias capas de la sociedad en todo el mundo occidental (y no sólo en la española) no es, evidentemente, una ideología. Es, tal y como lo denuncia su semántica, una desnaturalización del concepto progresismo. Incluso podríamos llegar a decir que se trata de una corrupción del mismo. El falso progresismo no tiene tampoco una posición en un espectro político, cultural o social determinado. Se encuentra repartido en un sinnúmero de sensibilidades y actuaciones pudiendo localizarse, preferentemente, en partidos o asociaciones de los llamados de izquierda. Pero las formaciones situadas al centro y a la derecha tampoco salen indemnes de tamaña anomalía. Y ni qué decir tiene de los partidos nacionalistas de la periferia española, la mayoría de los cuales beben en las fuentes falsamente progresistas para constituir lo que llaman, pomposamente, su ideología. Es aquí donde el fenómeno se sitúa en su máxima exposición, puesto que lo que fomenta su existencia es precisamente la ausencia de algo para lo que se requiere un sólido presupuesto científico como es una ideología. El falso progresismo es, ante todo, un sentimiento exacerbado; o sea, un sentimentalismo revestido de posicionamientos políticos. El falso progresismo no tiene un momento exacto de expresión. Surge en cualquier instante, manifestándose allí donde se necesita una ligereza conceptual e, incluso, un ataque virulento contra todo aquello que se considera injusto. Es así como la persona que presenta esta afección se identifica con ideales elevados, casi sublimes, dispuesto a despedazar dialécticamente a quien se imagina como enemigo de las ideas de avanzada.