Miguel Roig (Rosario, Argentina). Cursó estudios de Arquitectura y Letras en la Universidad Nacional de Rosario. Periodista y crítico cultural en diferentes medios de su país, ha sido Director Creativo Ejecutivo de la agencia Saatchi & Saatchi. En la actualidad ejerce ese cargo en el espacio cultural Hotel Kafka –del cual es socio fundador–, posición que compagina con la de editor de la sección cultural Diario Kafka de eldiario.es. Sus libros Belén Esteban y la fábrica de porcelana (Península, 2010), Las dudas de Hamlet. Letizia Ortiz y la transformación de la monarquía española (Península, 2011) y La mujer de Edipo. Las tres transiciones de la reina Sofía (Península, 2012) le han situado como uno de los observadores más incisivos de la sociedad contemporánea.
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La reina Sofía es uno de los personajes menos conocidos de la vida política y social española. Sus silencios y escasas declaraciones públicas han hecho de ella, y de sus ideas, un misterio que se esta desvelando -estos ultimos tiempos- debido a la catarata de acontecimientos que recorre, sin tregua, la vida de la Monarquia Constitucional. Alabada por Franco, la Reina ha sabido nadar y guardar la ropa y posicionarse con discrecion, hasta convencer a los españoles de la importancia de su papel institucional en la consolidacion de la Corona. Despues de fijar su mirada en Belen Esteban y Letizia Ortiz, Miguel Roig -uno de los observadores mas agudos de la realidad cotidiana- centra su analisis en la figura publica de Sofia de Grecia, dejando claras, de forma irrefutable, tanto su compleja personalidad como las luces y (algunas) sombras que jalonan su trayectoria humana y profesional. La reina Sofia es desplazada del relato palaciego por una sucesion de hechos simultaneos (el affaire del Duque de Palma, el accidente del infante Felipe Juan Froilan y el del Rey en Botsuana) para alojarse en la telerrealidad. Antes, mucho antes, cuando la socialdemocracia se revistio de pragmatismo, el rey Juan Carlos, en un rasgo de vanguardia, se volvio liquido y se confundio con el sentir del cuerpo social: es el instante en el que se le identifi ca con el campo progresista. La Reina, entonces, le acompaña, pero nada indica que comparta esa movilidad. La reina Sofia navega por la realidad como Ulises por el mar, pero ¿hay Itaca alguna en su horizonte? ¿Es la telerrealidad una suerte de ceguera y, como Edipo, se llega a ella para ver al fi n la verdad? Miguel Roig
La reina Sofía es uno de los personajes menos conocidos de la vida política y social española. Sus silencios y escasas declaraciones públicas han hecho de ella, y de sus ideas, un misterio que se esta desvelando -estos ultimos tiempos- debido a la catarata de acontecimientos que recorre, sin tregua, la vida de la Monarquia Constitucional. Alabada por Franco, la Reina ha sabido "nadar y guardar la ropa" y posicionarse con discrecion, hasta convencer a los españoles de la importancia de su papel institucional en la consolidacion de la Corona. aDespues de fijar su mirada en Belen Esteban y Letizia Ortiz, Miguel Roig -uno de los observadores mas agudos de la realidad cotidiana- centra su analisis en la figura publica de Sofia de Grecia, dejando claras, de forma irrefutable, tanto su compleja personalidad como las luces y (algunas) sombras que jalonan su trayectoria humana y profesional. a"La reina Sofia es desplazada del relato palaciego por una sucesion de hechos simultaneos (el affaire del Duque de Palma, el accidente del infante Felipe Juan Froilan y el del Rey en Botsuana) para alojarse en la telerrealidad. Antes, mucho antes, cuando la socialdemocracia se revistio de pragmatismo, el rey Juan Carlos, en un rasgo de vanguardia, se volvio liquido y se confundio con el sentir de
Ya no hay países, hay marcas; no hay sistemas representativos, sino circuitos financieros; no hay ciudadanos, solo productos. Ya no alcanza con vivir una sola vida: como si de una muñeca rusa se tratara, hay que estar preparado para sacar de la matriz todas las que se puedan y al mismo tiempo intentar, si es que esto es posible, no dejar de ser uno mismo. Esto tiene un coste emocional y unas reglas de funcionamiento: es el marketing existencial. En el mundo global ya no hay lugar fijo, y lo que es, no perdura. Ya no hay países, hay marcas; no hay sistemas representativos, sino circuitos financieros; no hay ciudadanos, solo productos. Para ocupar un lugar es necesario generar un relato propio, ser capaz de generar un storytelling del yo que permita ubicarnos como productos en un sistema inestable y cambiar de relato, reformular el producto toda vez que el mercado lo demande. El marketing existencial ha sustituido al espíritu del contrato social, pues este nuevo entorno ya no constituye un territorio de convivencia, sino una zona de transacciones. En la posteconomía, los beneficios ya no provienen de la producción y por lo tanto, el trabajo, tal como se lo entendía, no puede ser una herramienta de vida. En el campo de lo social se imponen otras reglas, y el marketing existencial aparece, de momento, como única estrategia de supervivencia.