Un joven periodista madrileño, con pareja que podría ser estable en Barcelona, recibe el encargo de definir en un breve artículo, en qué consiste la magia de la tan citada cocina mediterránea. El tema, ideal para cambiar de aires, es el inicio de una aventura que cambiara la vida del autor, su sensibilidad, sus gustos, y su apreciacion de la historia inmediata, gracias al descubrimiento de un chef desconocido, Eudaldo Manera, que ha sido marmiton del Ritz y cocinero en los grandes fastos de El Pardo, cuando el general Franco practicaba largas jornadas de pesca y caza. Amigo de Arzak y Bocusse, conocedor de la gran cocina francesa de las meres de Lyon, y critico observador de todo aquello que ahora se cuece en nuestros fogones, es la persona ideal para que un escritor, o un lector, con escasos conocimientos culinarios, pueda dar fe de toda la grandeza que rodea el complejo mundo de la cocina y de las muchas conversaciones que se escuchan entre mesa y mantel cuando por ellas pasa el quien es quien de la politica, el arte y el cine.
Con la llegada de la democracia, los ciudadanos descubrimos que, más allá de la clásica paella, el cordero y la lubina al hinojo, podemos disfrutar de la comida. Y mientras aprendemos a disfrutar de esta nueva gastronomía, aparecen los primeros representantes -Arzak y Subijana- de una nueva cocina que trata de imponerse a la francesa tradicional. Tras las Olimpiadas del 92, llegará el éxito internacional de Ferran Adrià, Santi Santamaría o Sánchez Romera. En pocos años Adrià y El Bulli, se convierten en un fenómeno. Según el autor, frente a las luces, las sombras de dicho reinado son la falta de críticas, el exceso de aduladores y la legión de emuladores que sólo aspiran a imitar las técnicas de Adrià. Éste parece ser el peligro de El Bulli: que en lugar de seguidores parece que sólo genera imitadores. El libro se completa con interesantes comparaciones entre el arte, la filosofía, la antropología y la cocina, por lo que constituye una crónica muy interesante no sólo de la evolución de Adrià, sino también de la llamada «cocina molecular» y su relación con la industria alimentaria. Una obra escrita con agilidad y rigor, no exenta de ironía y humor, con un lenguaje asequible que transmite la pasión del autor por el tema y que mantiene el interés hasta el final.