El historiador del arte Moshe Barasch examina en este libro las maneras en las que la cultura occidental ha imaginado cómo sería el ser ciego, especialmente en la forma en que ha sido representada esta sensacion en las artes visuales. Toma en consideracion esta situacion desde la Antiguedad hasta el siglo XVIII, asi como en la tradicion clasica y biblica que subyace a la mayoria de las representaciones artisticas: el ciego Homero, la curacion de la ceguera, los musicos ciegos y la ceguera como castigo. Este libro explora un mundo desprovisto de vista tal y como ha sido pintado en la Antiguedad, en los comienzos del cristianismo, en la Edad Media, en el Renacimiento, en el Barroco y en tiempos de Diderot. Explorando las fascinantes paradojas de la ceguera en las representaciones occidentales, Barasch revela la forma en que la idea de ausencia de vision ha sido central en la historia de nuestra cultura visual.
Centrándose en la pintura y la escultura, Moshe Barasch analiza en esta obra las principales tendencias de la teoría del arte en Europa desde la Grecia antigua hasta comienzos del siglo XVIII, demostrando que los diversos conceptos de cultura y escultura que cristalizaron en este siglo deben examinarse dentro de un marco conceptual diferente del que corresponde al estudio de periodos anteriores.
Este libro constituye el primer estudio sobre el gesto en la pintura de Giotto, analizando su función, así como las fuentes de donde procede. Pues Giotto pinta gestos para expresar emociones, mostrando asi el caracter de situaciones y figuras; su consistencia en el uso de los gestos muestra que es bien consciente de la naturaleza simbolica que contienen. El profesor Barasch estudia aqui la gestualidad que es central a la obra de Giotto, es decir, los movimientos que acompañan el habla, asi como los gestos de proteccion, cruzamiento de brazos sobre el pecho e imposicion de manos, analizando en detalle pinturas como El pacto de Judas y el Noli me tangere.Las fuentes de Giotto resultan asi ser, en primer termino, los usos judiciales y el ritual eclesiastico, donde ciertos movimientos corporales vienen impuestos y subrayados como actos sociales de significado efectivo y bien preciso. Pero, aun respetando esta clase de convenciones, Giotto utiliza el gesto en su pintura con notable libertad, transfiriendo movimientos de un contexto a otro e infundiendo un contenido de gran fuerza psicologica a unos actos de caracter simplemente convencional.