Un monument immédiatement identifiable, une rue familière, l'ambiance d'un café ou du métro disent l'essentiel au spectateur nous sommes à Paris. Ces décors peuvent bien être dispersés aux quatre coins de la capitale, peu importe ! La géographie du cinéma s'affranchit des contraintes pour réinventer une ville tissée de fantasmes et de souvenirs, de peurs et de désirs. Pour autant, le Paris du septième art n'est pas une cité fantôme : du muet aux studios, des productions hollywoodiennes à la Nouvelle Vague, de monsieur Hulot à Amélie Poulain, le cinéma cultive les archétypes et entretient avec constance un petit peuple de chauffeurs de taxi bavards, de prostituées au grand c?ur, de mauvais garçons gouailleurs, de bourgeois suffisants et d'inspecteurs de police au regard un peu las... Comment imaginer Paris sans Parisiens ? Dans leurs emplois de prédilection, Jean Gabin, Danielle Darrieux, Sacha Guitry, Arletty, Michel Simon, Jean-Paul Belmondo, Fabrice Luchini ou même Audrey Hepburn leur ont donné un visage... et, plus encore, une âme. Au fond d'une salle obscure, qui n'est prêt à croire, après Garance et Frédérick dans Les Enfants du paradis, que " Paris est tout petit pour ceux qui s'aiment comme nous d'un aussi grand amour " ?
La variada carrera de Ernst Lubitsch es a menudo desglosada en períodos para enfatizar el amplio espectro de su talento: actor de teatro en su Berlín natal, jefe de producción de la Paramount, el hombre que hizo reir a Greta Garbo... Cada una de estas etapas proporcionaría por sí sola material suficiente para escribir un libro voluminoso. Pero aunque la mayor parte de su fabulosa trayectoria tuvo lugar durante la época muda -hizo más de cuarenta películas en Alemania antes de llegar a América- fue el impacto de sus films sonoros lo que le valió el reconocimiento definitivo como gran maestro de la comedia romántica. Lubitsch dirigió su primera película en 1914, y forjó una asociación con la actriz Pola Negri que les lanzó a ambos al estrellato internacional. Invitado por Mary Pickford, desembarcó en Hollywood en 1922 y en los años siguientes firmó títulos como "El desfile del amor", "Un ladrón en mi alcoba" y "La viuda alegre", donde fue perfilando el conocido "toque Lubitsch": diálogos chispeantes, tramas sofisticadas y una ingeniosa habilidad para sugerir más de lo que mostraba, lo que le valió el apelativo de "director de puertas". Tras su breve e infausta experiencia como jefe de producción de la Paramount en 1935, Lubitsch hizo sus películas más polulares: "Ninotchka", "El bazar de las sorpresas", "Ser o no ser", "El diablo dijo no"... Si el corazón no le hubiese fallado cuando sólo tenía 55 años, es muy probable que la leyenda del director que elevó la comedia cinematográfica a alturas hasta entonces impensables fueso hoy aún más grande.
La variada carrera de Ernst Lubitsch es a menudo desglosada en períodos para enfatizar el amplio espectro de su talento: actor de teatro en su Berlín natal, jefe de producción de la Paramount, el hombre que hizo reir a Greta Garbo... Aunque la mayor parte