Durante la infancia, el dibujo es casi siempre un vehículo espontáneo para la expresión del la creatividad y la fantasía, un placer en sí mismo que nos ayuda en la exploración del mundo. Pero, a medida que crecemos, empezamos a buscar en los demas la aprobacion, el reconocimiento del talento. Y es entonces, al volver la vista al exterior, cuando nos olvidamos de que el dibujo es, basicamente, una experiencia interior capaz de proporcionarnos grandes satisfacciones.En El placer de dibujar, Nick Meglin, en colaboracion con su hija, nos ofrece las claves para:-Disfrutar con la creacion de bocetos espontaneos.-Encontrar y potenciar nuestro estilo, que es unico.-Captar, a traves de nuestros trabajos, emociones, sentimientos y sensaciones fisicas.-Enfrentarnos a las criticas externas e internas y dibujar por el mero placer de hacerlo.A partir de catorce ejercicios practicos, El placer de dibujar vuelve a conectarnos con unas habilidades y unos sentimientos que en muchos casos estaban dormidos en el pozo inagotable de nuestra creatividad.