Reflejar a Dios sólo es posible después de haberlo mirado, de haber orientado la cara hacia su luz, de entrar en comunión con Él. Todos estamos llamados a ser testigos de la luz, a reflejar la luz de Dios. Encontrarnos con los testigos de la luz nos ayudará a los demás a caminar.
Apunté en mi diario: No sé discernir bien si todo ha sido un sueño o una realidad indecible... He regresado a casa después de varios meses de ausencia en la extraña situación de estar en una cabaña,
El autor nos confiesa que lleva enseñando a orar más de treinta años. Y que nunca había intentado exponer de forma completa y sistemática todo el entramado teresiano de lo que enseñó. Lo veía tan innecesario como enseñar a las visitas el sotano de mi casa. Pero tarde o temprano uno cae en la cuenta de que si queremos mantener el reloj en buena forma y que reanude su marcha si alguna vez se detiene, hay que conocerlo al menos un poquito por dentro.