Nicolas Witkowski

Humaine, trop humaine, devrait-on dire de la science - trop souvent considérée, précisément, comme ce qui survit aux individus qui la font et peut donc se comprendre sans eux. Pour échapper à cette déshumanisation de l'histoire des sciences, l'auteur a ici entrepris de remonter directement aux textes originaux plutôt que d'en lire des résumés commentés par d'autres, et de s'intéresser autant à l'évolution des idées scientifiques qu'à la personnalité de ceux qui les ont forgées. Il en résulte une histoire " sentimentale " à la fois plus romanesque - où Victor Hugo et Edgar Poe, astronomes amateurs, croisent par exemple un gamin bricoleur (Isaac Newton) et un chasseur invétéré (Charles Darwin) - et plus réaliste, car plus poétique, quand elle renoue les liens oubliés entre les flocons de neige et le Système solaire, les nuages et les particules élémentaires, les bulles de savon et les anneaux de Saturne, ou encore les cathédrales gothiques et la structure de l'atome.

¿Una historia sentimental de las ciencias? Pero, ¿qué tienen que ver las ciencias con los sentimientos? Según la historia tradicional de las ciencias, nada, ya que reúne lo más aburrido de la historia con lo más retorcido de la ciencia. Esa historia tradicional se basa en héroes inspirados y descubrimientos gloriosos, e ignora los caminos paralelos de la suerte, la casualidad, la sinrazón y los sentimientos que sin duda están en el fondo de toda investigación científica. De aquí proviene la necesidad de Una historia sentimental de las ciencias, capaz de poner un poco de desorden en ese supuesto mundo de certezas. Aquí encontraremos a un pionero ciego del cine, un Edgar Allan Poe fascinado por la ciencia, húngaros marcianos, uno s filósofos políticamente muy incorrectos, un cirujano que destripa sapos e investiga el sexo de las brujas, un Newton niño fabricante de barriletes de petardos o un Voltaire que descabeza una docena de caracoles. Es que todos ellos, junto con el resto de los personajes de este libro (y, también, de los que recorren laboratorios e institutos) son, antes que científicos, personas, con sus ilusiones, sus alegrías, sus humores y sus días de levantarse con el pie izquierdo. De las ideas menos geniales de Leonardo da Vinci a las intuiciones más fructíferas de los sabios románticos, Nicolas Witkwoski sigue los lineamientos del pensamiento racional y nos guía por las raíces más poéticas, pasionales y hasta mágicas de la ciencia.