El autor de esta obra es antes que nada cineasta. Si ha escogido expresar por escrito el fruto de sus reflexiones sobre la naturaleza de este arte, es en primer lugar en provecho de los que crean cine, no para proponer recetas ni modelos estrictos, sino para sugerir actitudes de investigacion que ayuden al realizador a explorar sus propias exigencias. Pero este libro existe tambien para aquellos que aman el cine. El analisis de los films escogidos pretende mostrar al cinefilo como ver mejor el cine, como forjarse criterios mas rigurosos ante la masa de peliculas que se le proponen.Los textos que aqui se recogen fueron publicados en forma de diez articulos escritos para la prestigiosa revista Cahiers du Cinema y posteriormente compilados y divididos en los cuatro bloques tematicos que conforman la obra. Burch centra su analisis en las primeras manifestaciones cinematograficas. Es en los modos de representacion primitivos donde encuentra la esencia de la praxis filmica. Y es por eso que sus conclusiones sobre la relacion entre tiempos y planos, su vision del espacio filmico, o su entendimiento de los lenguajes y los estilos sigue siendo hoy como ayer una pieza clave para abordar la estructura de la creacion cinematografica.
Entre 1920 y 1930 al cineasta le gustaba hacerse el teórico de su arte. Hoy (después de Pagnol) parece haberse perdido ese gusto, y si los cineastas "se explican" ninguno de ellos se interesa por sacar de la práctica de su arte ese conjunto coherente de principios que define una teoría. Salvo quizá Bresson, cuyas declaraciones van siempre en el sentido de generalización y de la formalización de descubrimientos particulares. Haciendo films, Bresson "realiza" el cine. Sus elecciones son ucases. Admirador de Bresson, autor de varios cortometrajes, profesor del Cours Littré (que prepara para las grandes escuelas de cine), Noël Burch es el único después de Bazin que se ha propuesto una teoría, sino un examen sistemático y "no normativo" del cine a partir de su ontogénesis. henos, pues alejados a la vez de la utopías desalentadoras (las teorías) y de las formas recientes de análisis que repercuten sobre el cine, las disciplinas metodológicas salidas de la lingüística. He aquí el cine cogido en lo más próximo a sus elecciones reales (prácticas), es decir, al "corte", al "raccord", a las "entradas y salidas de campo" y a la realidad artística que estas elecciones determinan. Quizá este libro suscite una orientación más exigente de la reflexión sobre el cine. El camino es fecundo.
Los textos reunidos en este volumen presentan una manera de "pensar el cine" en plena efervescencia de la reflexión sobre el poder de la imagen cinematográfica (1970-1985). De tal forma que el lector entrara en contacto con las ideas con las que un teorico de la talla de Noel Burch afronta los grandes problemas que condicionan el acceso por parte del espectador a esos objetos que denominamos peliculas. Partiendo de un "formalismo" rapidamente enriquecido por una atencion maniatica al sentido de los films, combinando los acercamientos a cinematografias geograficamente lejanas con obras distantes en el tiempo, Burch dicta en "Itinerarios" una leccion que conserva toda su relevancia en nuestros dias. Nos ofrece un instrumental analitico para poder ejercer una critica sustantiva de las imagenes que han configurado el imaginario de tantas generaciones, siempre inspirado por una voluntad de "entender" mas alla de los topicos banales y las apariencias engañosas.
Concebido a la sombra de la aspiración a «prácticas» de ruptura que desde 1970 animaba a cineastas-teóricos como Godard y Straub, «El tragaluz del infinito» pretende ser, ante todo, la crítica de los