El género del bodegón siempre ha sido el género del que menos se ha teorizado, y cuando las academias que elaboraron los primeros informes teóricos sobre pintura empezaron a mencionarlo, lo hicieron despectivamente: la naturaleza muerta siempre estaba en el nivel más bajo de la jerarquía. Todavía se piensa en ella como un campo poco adecuado para el estudioso serio y ambicioso. Por tanto, es el género sobre el que menos se ha generado debate. El autor, Norman Bryson, considera que la naturaleza muerta está infrainterpretada y con los ensayos que nos presenta en este libro defiende que es un género digno de análisis, gratificante de analizar como género, y espera que estimulen al lector para mirar con nuevos y críticos ojos.
El florecimiento extraordinario de los estudios histórico-artísticos durante las últimas décadas no ha logrado disimular un cierto estancamiento en lo que respecta a los métodos de esta disciplina. Nuestros conocimientos sobre muchos asuntos concretos han progresado sensiblemente, pero casi todos los estudios siguen aceptando la vieja creencia de que una obra de arte es básicamente el registro de una percepción. Norman Bryson, profesor de la Universidad de Cambridge, se enfrenta con este libro a esa suposición. Basándose en distintas obras de la Antigüedad clásica y de Bizancio, así como en la pintura de Masaccio, Rafael, Tiziano, Vermeer y Manet, entre otros, desmonta la concepción tradicional examinando las posibilidades y limitaciones de los métodos semióticos. Su brillante conclusión es que en el acto mismo de «reconocer» una pintura existe siempre una producción de sentido: el espectador no está dado de una vez y para siempre, y debe ser considerado en su circunstancia histórica concreta. Visión y pintura es, pues, una importante contribución al debate sobre los objetivos de la historia del arte y la naturaleza misma de la representación visual.
No se trata sin más de un simple libro de pintura. Más allá de la habitual clasificación exógena en corrientes artísticas (neoclasicismo, romanticismo, realismo.), Norman Bryson aplica un enfoque estructuralista para reflexionar sobre el problema de la tradición artística tal como se manifiesta en la obra de tres pintores franceses: David, Ingres y Delacroix. El autor examina cómo se enfrentan cada uno de ellos a la percepción de una tradición artística que según creen no tiene nada creativo que ofrecerles, aplicando para ello una metodología que desafía a la actual construcción de la disciplina de Historia del arte sin reparos a la hora de en buscar vínculos y conexiones con otros campos de las humanidades. El texto se acompaña de 122 ilustraciones.