(León, 1964). Se licenció en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca y trabaja en la Real Biblioteca de Madrid. Autor de diversos artículos sobre historia del libro, su edición y traducción del Syntagma de arte typographica de Juan Caramuel (Instituto de Historia del Libro y la Lectura) obtuvo el premio Fray Luis de León 2005 en la categoría de Obras Literarias, de Divulgación y de Carácter General. Colabora con la revista The Children’s Book of American Birds (Club Cultural Leteo).
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Este bello libro compuesto por diez cuentos demuestra que construir un paraíso, un territorio feliz o una edad dorada es posible con palabras. Con una prosa brillante, Pablo Andres Escapa maneja con maestria lo cotidiano con el respeto poetico que se reserva a lo legendario, inventa una geografia soñadora, levanta una venturo-sa suspension del tiempo. Y todo ello bajo una es-tructura impecable, un pulso literario, un equilibrio narrativo y un juego de voces del que tambien son parte los silencios, las elipsis del cronista.
El ferrocarril minero Ponferrada-Villablino inspira esta colección de cuentos que forman un retablo de voces perdidas, como el humo de aquel vapor que una mañana de julio de 1919 llenó por primera vez el cielo. Casi un siglo después, la ensoñación de un hombre que camina por la vía abandonada va resucitando palabras y afanes que pintan una historia, la del paisaje detenido y los hombres que pasan. Pablo Andrés Escapa nos entrega una elegía serena donde el sonido de un viejo tren queda prendido del aire, como una nota en la que se enredara el eco de los días con su provisión de esperanzas y secretos, sacrificios y temores, visiones y rutinas. Un libro que celebra lo pequeño, un valle remoto atravesado por un tren de vapor, para acercarnos a lo universal: el paso leve del hombre sobre la tierra.
Dos mundos opuestos -un pueblo detenido en sus rutinas y una compañía ambulante asentada en la vecindad-, se verán forzados a convivir durante una semana. El temor a las novedades y la fascinación por lo desconocido alimentarán una espera cada vez más tensa entre el vecindario, impaciente por presenciar la función anunciada en un cartel. La presencia del circo irá insinuando también en las conciencias una percepción mítica de la realidad. Solo un muchacho, atraído por el misterio que supone el circo oculto en una arboleda, sabrá adentrarse en el nuevo mundo, una experiencia que le asomará por vez primera a la dimensión dramática de la vida y hallará su sentido más simbólico en la noche que el circo ofrece su actuación. «Era un circo pequeño». Así comienza este relato que acabará haciéndose inolvidable en la memoria del lector.