A mediados del siglo xvii, el reino de Francia se ve sacudido por las epidemias, las protestas de los hambrientos, las piras de los renegados y las revueltas contra el poder monárquico, mientras toda Europa malvive devastada por unas guerras de religion que duran ya decadas y parecen interminables. Sobre este escenario dantesco, la musica aparece como refugio de lo sublime. En el centro, Johann Jakob Froberger, organista, clavecinista y compositor aleman que estudio con Frescobaldi en Roma y a quien Bach reconocia como su maestro. Y junto a el Monsieur de Sainte-Colombe, que nunca quiso que su musica se publicara; John Blow, que seria maestro de Henry Purcell; o la princesa Sibylle de Wurtemberg, alumna de Froberger, a quien invita a pasar sus ultimos años retirado en su castillo. Y otros personajes de ficcion, como el compositor y virtuoso del laud y la tiorba Lambert Hatten, y la maestra de la viola Thullyn, que viviran la historia de amor que vertebra la novela. Con todos ellos, Pascal Quignard teje un mundo que se encamina a su fin, el del barroco. Y lo hace con escenas bañadas en la luz de los cuadros de Georges La Tour o de los grabados de Jean Baptiste Bonne Croix. El resultado es un himno a la belleza inextinguible de la musica, del mar y del amor.A mediados del siglo xvii, el reino de Francia se ve sacudido por las epidemias, las protestas de los hambrientos, las piras de los renegados y las revueltas contra el poder monárquico, mientras toda Europa malvive devastada por unas guerras de religion que duran ya decadas y parecen interminables. Sobre este escenario dantesco, la musica aparece como refugio de lo sublime. En el centro, Johann Jakob Froberger, organista, clavecinista y compositor aleman que estudio con Frescobaldi en Roma y a quien Bach reconocia como su maestro. Y junto a el Monsieur de Sainte-Colombe, que nunca quiso que su musica se publicara; John Blow, que seria maestro de Henry Purcell; o la princesa Sibylle de Wurtemberg, alumna de Froberger, a quien invita a pasar sus ultimos años retirado en su castillo. Y otros personajes de ficcion, como el compositor y virtuoso del laud y la tiorba Lambert Hatten, y la maestra de la viola Thullyn, que viviran la historia de amor que vertebra la novela. Con todos ellos, Pascal Quignard teje un mundo que se encamina a su fin, el del barroco. Y lo hace con escenas bañadas en la luz de los cuadros de Georges La Tour o de los grabados de Jean Baptiste Bonne Croix. El resultado es un himno a la belleza inextinguible de la musica, del mar y del amor.
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