Tiene en su mano un libro de campo y silencio, de nieblas de mitos, de memorias y entresueños; de estremecimientos, a veces, a la sombra de un pino, o ante un quieto animal, en la orilla del cielo; un libro de noches estrelladas que deslumbraron mi juventud, de lluvias con solecito de mis ojos de niño; son oraciones, ofrendas al templo del bosque, y a los altares de las cumbres donde aprendí a callar. La obra mana de esa paz del campo, donde lo vivido todo se nos concentra, honesto, en su plenitud, y no sabe ya decir, y se entrega...Como dádivas, si, estas honas que desplegó un lejano mayo y enterró noviembre. Todo los poemas respiran una atmósfera única: el silencio del bosque. un silencio que la palabra no puede decir, pero puede, a vecees, ser. Y a ello se encamina a través de secuencias.
En palabras de su autor, es la mañana urbana, el tambor de las maquinas, los coches que no pueden viajar hacia dentro, la rebelion de los maniquies y el cielo que se vende. Pero quizas, los versos no pueden cambiar el universo, pero son estrellas en la noche, para que el corazon no se muera de silencio