Qué nos va quedando a los habitantes de este mundo (isleños todos en nuestro interior) si nos van dejando sin islas. Aislados. Aislándonos a cada vuelta de horarios. Las islas son rincones, ¿qué rincones nos quedan, aparte de los recuerdos? La isla de mi niñez ya no esta, la de ayer tampoco: la desaparecieron los mismos que ahora -siempre- construyen islas de poder donde solo habia rincones. Nos desaparecen para devolvernos, ¿como?, anulados. Pero permanece ilusoria esa busqueda que hace que aqui dentro los sueños esten llenos de islas, las islas que no dejaran de alimentarse, de crecer. Esperar. El empeño de quetarnos la memoria nos revela que la raiz esta aqui: atada al aire, con la misma luz y la misma fuerza que el viento nos trae en cada luna que nace.
El tiempo sólo se lleva los olvidos que no quisieron quedarse; escarbando en los rostros antiguos, amanecen los nuevos, resucitados. Siempre hay otro dolor al que devolverle su espacio, sus tierras agrietadas como surcos, donde se alimentaban la caña de azúcar, el algodón, los tomateros, las piñas, las azadas sachando papas, las huellas del sol en las manos encallecidas, en los ríos secos de los rostros; el sombrero de paja, el cigarro, la caña, la guitarra, el garrafón de vino, ocultando las tristezas, el miedo, el hambre que el señorito alimentaba. Otro dolor en cada mirada enternecida por el compañero, la hembra, esperando. Que no se olvida. Y la vida discurriendo por las atarjeas, entre el croar de las ranas, el mugido de las vacas, desparramándose en las noches quietas, estrelladas, bailando con los grillos. El otro dolor guarecido, invernando
Todos nosotros, alguna vez (que puede ser interminable, toda la vida), o varias veces, infinitas, nos hemos sentido encarcelados, en la prisión de nuestra propia soledad. Esa opresión que va royendo y escarbando en nuestros animos, hasta aniquilarlos. Y todos nosotros hemos confiado alguna vez(esas veces que nos derrumbamos porque todo es mentira), en la amistad, en la dulzura de una sonrisa, en lo que los herederos de la religion llaman amor. Y todos nosotros (alguna vez), nos hemos visto zancadilleados por lo que llamamos, para no caer en su punto de mira (no nombrarlos puede salvar momentaneamente),"ellos","el poder","el sistema". Y todos nosotros, casi todos, caemos en la trampa, en la tentacion de este mundo inventado por los padres de la religion: ascender, ascender, subir los escalones, triunfar. Y las escaleras son horizontales para casi todos nosotros. Mentiras que nos ponen vestidas con la mas hermosa desnudez. ¿Y donde esta la verdad? ¿Cual es la verdad? Escaleras horizontales.
Quintín Alonso Méndezrumbo a la casa del aire que es la casa de los gatos, desde donde se vislumbra, en el horizonte, la risa de mi madre, jugando sobre la mar con las