Bocanada de humor salvaje, en estos tiempos de insoportable corrección, con la que Rafael Domínguez Molinos hará temblar las conciencias de los bien-pensantes. Ante las noticias de pederastia sacerdotal en Estados Unidos, Dios Padre ordena al Arcángel San Miguel que reúna al Consejo Trinitario para ver qué se puede hacer para salvar su Iglesia. Con la Santísima Trinidad reunida se llega a la conclusión de que la Operación Redención está agotada y se encarga al Hijo del Hombre que elabore y presente un Plan de Choque. Aquí comienzan estas Aventuras de Dios, en las que Jesucristo se paseará por el Purgatorio, por el Infierno -del que saldrá por Israel- intentará entrar en el Vaticano sin éxito, hasta que haga una propuesta de compra vestido de rico donante copto, y verá en qué ha degenerado el mensaje por el que Él murió en la cruz. ¿Saldrá sano Jesucristo de su reunión con un selecto grupo de obispos pederastas? ¿Dejará Dios Padre a su hijo en la Tierra o le ordenará que vuelva a casa? ¿Llega el final de los tiempos? Las respuestas en este divertido y polémico libro imprescindible para todo ateo con buenos sentimientos.
¿Qué ocurriría si el Vaticano encargara un estudio sobre el valor de la firma cristiana como marca y un análisis competitivo? Posiblemente, el mundo católico se echaría a temblar. Rafael Domínguez Molinos hace un estudio sobre la marca cristiana, con datos rigurosos y, al mismo tiempo, con humor. Nuestro protagonista asegura haber encontrado este estudio en un escusado del Trastévere. En él se trata de los problemas del diseño de la marca católica, de sus puntos críticos, de su organigrama, de las condiciones de trabajo y despidos, de la competitividad del producto (la religión) y de las técnicas de venta adecuadas, así como del Marketing de guerra, la caza de talentos, las probabilidades de acceso al Paraíso (con propuesta de reparto de plazas) y del sistema de recompensas para los "buenos". Este texto rezuma ironía y nos lleva a plantearnos, tras la sonrisa o incluso la risa, si se trata realmente del encargo hecho, nada menos que por la Iglesia, a una Consultora de Empresas, o sería tan sólo un juego de seminaristas poco convencionales.